Sentiversos: septiembre 2015

28 septiembre 2015

Ojalá

Ojalá algún día llegues, me declares tu amor incondicional y reconozcas que era a mí a quien dedicabas tus palabras. Ojalá, una palabras que refleja todo lo que deseo, todo lo que imagino junto a ti. Quiero salir de la rutina, quiero que la destroces con tu amor, quiero que cada día sea una aventura y que me lleves de la mano. Ven a buscarme, no tengas miedo, te estoy esperando. Ojalá no me equivoque, ojalá vengas pronto y me demuestres que no es un sueño, que no son paranoias mías y que existe el amor verdadero, ese del que hablas en tus relatos. Tal vez solo soy una soñadora, quizás soy demasiado ilusa, pero me aferro a la remota posibilidad de que escuches mis palabras, de que te des cuenta de que estoy aquí, de que te fijes en mí. Tal vez no tengo mucho que ofrecerte, sólo un corazón puro y sincero, una historia de cero, aún así, prometo darte lo mejor de mí.
Quiero quererte, quiero quererte tanto que me cueste entenderlo, quiero empezar a vivir de nuevo, junto a ti. No necesito caricias de nadie que no seas tú, sé que debes ser tú quien me despierte cada mañana con un beso en la frente. Quiero suspirar de amor antes de irme a dormir, quiero acurrucarme en tu regazo cada tarde de abril. Quiero que me enseñes un mundo nuevo, donde no exista ningún reloj que mida el tiempo, sólo un corazón que albergue nuestros sentimientos. Por favor, agárrame fuerte de la mano, no me sueltes nunca porque vamos a volar alto, muy muy alto, por encima de las nubes, por encima del cielo, impulsados por nuestros sueños. Quiero meterte en mi cabeza, muy muy adentro, de manera que ya no te pueda sacar de ella nunca jamás. Quiero ser tu princesa y vivir en un cuento de hadas que exista de verdad, quiero tener nuestro propio mundo, sólo nuestro. Quiero que sólo estemos tú y yo y que ya no importe nada más.
Sólo te pediré un favor: Ven, ven y no te vayas jamás. Ven y cambia mi vida. Ven y dame otra vida. Por favor, llena de luz cada uno de mis días.

27 septiembre 2015

Sin rumbo

Llega un punto en la vida en el que te das cuenta de que sigues igual. Sigues en el mismo sitio y tienes la sensación de que no has avanzado nada, de que no has conseguido tus objetivos y de que no has podido cumplir tus sueños. Es entonces cuando miles de preguntas sin sentido invaden tu mente: "¿Por qué sigo aquí? ¿Por qué no me sale nada bien? ¿Hacia dónde vamos? ¿De dónde venimos?..." Demasiadas preguntas sin respuesta. Entonces echas la vista atrás y recuerdas que hace unos años estabas ilusionado por ser feliz, creías que podías conseguirlo, imaginabas un futuro muy diferente. Vuelves a abrir los ojos y te topas con la realidad: no, no has cumplido tus objetivos, no han funcionado tus planes, no has logrado ser feliz y, para colmo, te encuentras atrapado en un presente agonizante del que no sabes cómo salir. Piensas lo idiota que eras cada 31 de diciembre, cuando mirabas al nuevo año imaginando que sería diferente y te hacías miles de propuestas: "Este año será el mejor, voy a cambiar, voy a terminar mis proyectos, voy a eliminar mis defectos, voy a ser mejor persona, voy a cumplir mis sueños, voy a ser feliz… Año nuevo, vida nueva" piensas, pero inevitablemente llega ese día en el que te despiertas y compruebas que no, que no es diferente, que no tienes una nueva vida, que sigues atrapado en la misma rutina y lanzas una maldición, pero sacas fuerzas de donde no las hay, te vuelves valiente y dices “la semana que viene comienzo a cambiar, el lunes”. Y así pasa lunes tras lunes, semana tras semana… Y llega el 31 de diciembre y compruebas que has perdido otro año de tu vida, que no has avanzado, no has hecho tanto deporte, no has leído tantos libros como querías, no has mejorado tus defectos, no has viajado tanto… Sea lo que sea te sientes fracasado, aunque hayas hecho algo, nada es suficiente. ¿Qué hacer cuando no tienes rumbo? ¿Cuando no sabes qué hacer? ¿Cuando nada funciona? Nadie lo sabe. Tal vez soy yo la única persona que se siente así, tal vez soy yo la única que piensa que la vida es sólo un camino, nadie sabe de dónde partimos, nadie sabe a dónde vamos, pero todos nos vamos tarde o temprano. La vida es tan sólo un viaje, puede ser toda una aventura, o toda una odisea. Se supone que tú eres quien elige el viaje, pero yo no lo siento así, porque a veces por mucho que intentas cambiar nada funciona.

21 septiembre 2015

No digas adiós, di hasta luego.

Adiós. 
Una palabra tan fea como devastadora. "Adiós" es un punto y final, sin retorno, no es "hasta luego", "adiós" es "hasta aquí". Punto y final a un día, a un momento, a un encuentro, a una fiesta, a una reunión, o a una historia. En este último caso esa simple palabra resulta demasiado difícil de pronunciar, ¿cómo decir adiós a una historia, que duró x tiempo y que compartiste con otra persona, la cual en algún momento significó algo o más para ti? 
Sin duda esas sílabas se hacen eternas, te queman en la garganta intentando no salir por tu boca y tu corazón las retiene albergando la más remota posibilidad de que todo cambie y así evitar pronunciar esa dichosa palabra. Pero llega ese momento, ¡maldita sea! Pronuncias esa palabra, regalas esa última mirada llena de lástima y esperas, y lo que ves en su cara es desilusión, es dolor, pero también es resignación. Esa resignación que os obliga a ambos a estar conformes y a aceptar el final, a aceptar que todo aquello que en algún momento vivisteis y sentisteis ha llegado a su final, que todos los días bonitos y especiales se han acabado y que esa etapa maravillosa de vuestras vidas ha llegado a su punto y final. Así que bajas la mirada y te obligas con todas tus fuerzas a dar media vuelta y seguir tu camino sin mirar atrás, ¿o tal vez si? Sólo una última vez, te mueres por mirarla otra vez, "sólo una vez más", te dices, pero tu cerebro grita: "¡Ni se te ocurra mirar!", ¡No mires!", ¡Sigue andando!"... Entonces tienes dos alternativas: mirar, y comprobar si esa persona sigue plantada allí, o si por el contrario ha dado media vuelta y sigue caminando; o seguir, y torturarte para siempre con "y si..." mientras cada paso va apagando lentamente las remotas ilusiones que tu corazón tenía de que esa persona viniera corriendo y te abrazara por la espalda disuadiendo esa triste palabra. 
¿Qué quiero decir con esto? 
Que no digas adiós si no estás completamente seguros de que quieres cerrar ese capítulo de tu vida para siempre. A veces es mejor decir hasta luego aunque no estés seguro de lo que pueda pasar y en el fondo estés muerto de miedo. A veces es mejor estamparse contra un muro a toda velocidad y morir en el intento que mirar ese muro toda la vida pensando "¿y si no era tan duro como parecía?". Y sobre todo, nunca, nunca, nunca jamás digas adiós a quien amas de verdad.

14 septiembre 2015

La espera

Hace tan poco que te siento en mi vientre
que la emoción aún invade mi interior,
espero con ansias el momento de verte,
de tenerte junto a mí y darte todo mi amor.

Te siento indefenso ahí dentro,
pero prometo protegerte siempre.
Quiero plasmar y guardar cada momento,
quiero congelar cada uno de estos nueve meses.

Quiero que te muevas inquieto,
quiero que crezcas sano y fuerte,
quiero que me des tú el aliento
cuando el mundo quiera vencerme.

Tú eres y serás mi luz,
tú serás la razón de mi vida,
tú, tú, y solamente tú,
tú me harás sonreír cada día.

Bueno pequeño, descansa tranquilamente,
espero verte pronto en la próxima ecografía.
recuerda que mamá te quiere y te tiene presente
porque está deseando que llegue el gran día.
Licencia de Creative Commons
La espera by Laura Zerpa Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en http://sentiversos.blogspot.com.es/.