Sentiversos: 2017

14 noviembre 2017

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:
este año me he portado muy bien, aunque papá dice que siempre me porto mal y que soy un niño malo. Ya tengo 4 añitos y voy al cole con mis amiguitos. Ellos van a pedir un montón de juguetes chulos este año. Ya han mirado los catálogos en casa con sus mamás y papás. Pero yo aún no he podido hacerlo y pronto llegará la Navidad...
El miércoles por la mañana mamá me llevó al cole y me prometió que cuando volviera a buscarme íbamos a ir a casa y me dejaría todos los catálogos para que yo mirara los juguetes y rodeara con un boli todos los que me gustaran. Me dijo que me iba a ayudar a escribir la carta de los Reyes Magos.
Así que ese día estaba deseando salir de clase, tenía muchas ganas de ver a mamá esperándome en la puerta, quería ir a casa y ver todos los juguetes que me podía pedir para reyes... Pero no pude hacerlo.
Cuando por fin llegó la hora, mami estaba allí, tan contenta y guapa como siempre. Me tiré a sus brazos y nos fuimos al coche. Entonces apareció papá y yo quise decirle hola, pero el no dijo nada. Tenía una cosa en las manos, le temblaban las manos y parecía muy enfadado. Entonces intenté recordar si me había portado mal esa mañana... Pero no... Hice mi cama, recogí mi ropa, me comí todo el desayuno y no llegué tarde al cole. Un ruido muy fuerte evitó que pudiera pensar más.
Mamá gritó.
Mamá salió del coche llorando y pidiendo ayuda.
Mamá se arrastró por el suelo como si fuera una serpiente.
Papá la siguió.
Yo miré y empecé a llorar.
Papá gritó.
Mamá pidió ayuda.
Yo abrí la puerta.
Y papá mató a mamá.

Papá mató a mamá.
Papá mató a mamá.
Y yo salí de coche y me escondí.
Me dijeron que papá se fue.
Me dijeron que mamá estaba malita.
Y ya no la vi más.
Mis amigos gritaban sin parar y las mamás y los papás intentaban esconderlos en los coches.
Yo buscaba un escondite sin parar, hasta que me choqué con mi profesora y me abracé a ella.
Empecé a llorar y no recuerdo cuándo dejé de hacerlo.
Mi blusa estaba manchada de rojo y me asusté mucho.
¿Y si papá volvía y veía que me había ensuciado y me mataba a mi también?
Papá se había enfadado otra vez con mamá. Decía que era mala, como yo.
Papá mató a mamá.
Si la mató porque ella se portó mal, ¿a mí también me matará?
Y si papá me mata a mí, ¿podré volver a ver a mamá?
Queridos Reyes Magos: este año no quiero juguetes ni regalos. Estoy muy triste.
Echo de menos a mi mamá.
No quiero ir al cole.
¿Pueden hablar con mi mamá y decirle que vuelva?
Por favor, quiero abrazar a mi mamá.
Quiero que me dé el cariño que siempre me da.
Quiero que me proteja de papá.
Quiero que me sonría una vez más.
Ustedes son Reyes Magos y pueden hacer cualquier sueño realidad... ¿pueden hacer que vuelva mi mamá?
Ella decía que los deseos siempre se cumplen.
Yo quiero que vuelva mi mamá.
Pero no quiero que vuelva mi papá.
Prometo portarme bien y ser un niño bueno de verdad.
Ojalá que el día de reyes esté mi mamá esperándome en el árbol de Navidad.
Con esperanza,
un niño que quiere recuperar a su mamá.


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27 octubre 2017

Cultura

¿Qué es exactamente la cultura?

La cultura se podría definir como el conjunto de características propias de algún país o territorio determinado que lo convierten en un país o territorio único y diferente a los demás en cuanto a su historia, a su arquitectura, su música, su religión o sus creencias, su arte, si geografía, su literatura, su gastronomía, sus tradiciones, sus costumbres, etc.

Todo ello pertenece a la cultura y forma parte de la “marca” de dicho país o territorio. Sin embargo, también debemos tener en cuenta las costumbres personales de sus habitantes y los comportamientos culturales que les caracterizan como provenientes de dicho lugar.

A menudo ocurre que cuando las personas se desplazan de un lugar a otro, sobre todo si deciden visitan un país o territorio totalmente desconocido, pueden experimentar un fenómeno conocido como “choque cultural” o “cultural shock”. Este fenómeno no es más que la sorpresa de descubrir comportamientos propios de la cultura de destino que son completamente diferentes a aquellos de la cultura de origen.

Un ejemplo de ello, entre Francia y España, podría ser la importancia que se le da al queso en las ciudades francesas, ya que se trata de un alimento que se come sólo y al final de la comida, como si fuera otro plato más, pero con sumo cuidado y sin mezclarlo jamás con ningún otro alimento. En cambio, en España, el queso es un alimento complementario que tomamos como aperitivo o acompañante en la comida y que añadimos a otros platos mezclándolo con otros alimentos.

Con este ejemplo, podemos imaginar que una persona de origen español que no conozca dicha característica cultural francesa puede experimentar un fuerte choque cultural al comer en un restaurante francés con sus nuevos amigos franceses.

Por otro lado, cabe destacar que el factor cultural es muy importante y debe tenerse en cuenta a la hora de traducir cualquier tipo de texto. Los traductores no solo somos mediadores de comunicación, también somos mediadores culturales y, como tal, debemos ser conscientes de las diferencias y similitudes culturales que existen entre la lengua origen y la lengua de destino del texto con el que debemos trabajar. Todo ello con el fin de lograr un resultado óptimo y de calidad, que es exactamente lo que se espera de un traductor profesional.

En este punto la creatividad puede cobrar un papel fundamental, dado que, en ciertos ámbitos como el marketing, un texto puede funcionar muy bien en la lengua origen. Digamos un texto publicitario que resulta atractivo, divertido y original en español y que, efectivamente, cumple el propósito por el que ha sido creado. Sin embargo, cuando traducimos dicho texto no podemos hacerlo de forma literal, dado que hay factores culturales que determinan el efecto que éste pueda tener en la cultura meta. Si lo traducimos a cualquier otro idioma debemos tener en cuenta la cultura de dicho país y localizar el texto. Esto es adaptar su contenido de manera que resulte igualmente atractivo, divertido y original, y que, por supuesto, transmita la idea fundamental del texto origen.

Así pues, la cultura es un factor que rige nuestras vidas sin que a veces seamos conscientes de ello. Vivimos en un mundo globalizado, pero por suerte, cada región sigue conservando sus costumbres y tradiciones, o al menos sigue luchando por salvarlas de la desaparición absoluta.

Aprender y enriquecernos con la cultura de otros países nos ayuda a crecer no solo como profesionales en el caso de la traducción y el marketing sino también como personas.


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28 septiembre 2017

Corazón isleño

Corazón isleño:
has dejado de latir.
A causa de un incendio
que aún nos hace sufrir.

Todo de repente,
tan deprisa, tan violento.
Tuvo que huir la gente
porque les devoraba el fuego.

Una vida se perdió
y la tragedia prosiguió
con los animales domésticos
que se quedaron sin dueños.

¿Quién es el culpable
de este incendio forestal?
¿Quién es el causante
de esta tragedia insular?

Corazón gran canario:
tu verde han quemado.
Impotente el Roque Nublo
todo lo ha presenciado.

Susúrrame al oído
todo lo que has visto
y dime quién ha convertido
tu verde vida en negro cenizo.

Corazón isleño:
has dejado de latir.
A causa de un incendio
que aún nos hace sufrir.

El tiempo ayudó
y lluvia nos regaló
para apagar un fuego
que todo lo arrasó.

Voluntarios acudieron
y vecinos ayudaron
con abrigo y alimentos
a todos los evacuados.

¿Y los bomberos?
Valientes lucharon
y la vida se jugaron
para apagar el fuego.

Ese trabajo no está pagado,
merecedores de honores
por el coraje mostrado.
Verdaderos héroes canarios.

Corazón isleño:
has dejado de latir.
A causa de un incendio
que aún nos hace sufrir

Que encuentren al culpable
que ha provocado está barbarie.
Porque es inaceptable
que destruyan nuestro paisaje.

Volveremos a Tejeda,
subiremos a la cumbre,
y recuperaremos la arboleda.

Algún día el verde volverá
a cubrir con su manto
cada hectárea quemada.

Y los brotes crecerán,
la alegría nos invadirá
y podremos respirar.

Respirar el aire puro,
ese aire limpio
que rodea el Roque Nublo.

Corazón isleño:
volverás a latir.
Pronto tus montes
volverán a resurgir.





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21 septiembre 2017

¿Edad ideal para ser mamá?

Hace alrededor de tres meses todos fuimos testigos de una polémica noticia: una mujer de 64 años se acababa de convertir en madre de gemelos.
Esta noticia desató la polémica: muchas personas criticaron a la mujer porque se trataba de una persona mayor y llegaron a decir que había un alto riesgo de que dejara huérfanos a sus pequeños y que no estaba capacitada para criarlos; otras personas alabaron su valentía y afirmaron que no había una edad determinada para ser madre y que cada uno era libre de hacer lo que quisiera.

Ahora esta mujer ha vuelto a salir en las noticias. Le han quitado la tutela de sus bebés.
¿Por qué?
Al parecer, la decisión se ha tomado tras comprobar que se había incumplido un "requisito fundamental" de los compromisos que la madre adquirió a la salida del hospital. Según Marian Paniego, gerente de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León, la mujer se comprometió a participar en un programa de intervención familiar para garantizar que los niños tuviesen cubiertas sus necesidades básicas y estuviesen seguros. Ahora se interpreta que los niños podrían estar en riesgo al existir indicadores de desprotección importantes. Los menores, que nacieron por cesárea el pasado mes de febrero, se encuentran en estos momentos bajo la tutela de la Junta de Castilla y León. Asimismo, la mujer, que se sometió a un tratamiento de fecundación 'in vitro' en Estados Unidos, tiene otra hija cuya tutela también le fue retirada hace seis años.

Ante esta información no puedo evitar preguntarme: ¿Existe una edad ideal para convertirse en mamá?
Rotundamente no.
El hecho de que una mujer tenga 33 años y otra tenga 14 o 64 años no significa que una sea mejor madre que otra. Puede que existan ciertos riesgos evidentes para los pequeños, que varían en cada caso dependiendo de factores como la situación socio-económica. Incluso hay factores biológicos que pueden influir, como el estado de salud, tanto a nivel físico como psicológico, que se tiene para afrontar el embarazo y la maternidad. Sin embargo, es evidente que la edad no es un factor determinante por el cual se pueda concluir que una persona puede o no convertirse en madre. Existen mujeres que han tenido hijos a la “edad ideal” para ello y que son incapaces de criar a sus pequeños de forma óptima, así como mujeres menores de edad que se han convertido en excelentes progenitoras.

¿Entonces, cuál es la clave para saber cuándo convertirse en madre?
La clave es la madurez. No se trata de la edad que se tenga, sino de la responsabilidad y la madurez de cada persona. Se trata de su estado mental y de lo preparada que esté física y psicológicamente para afrontar la maternidad.
Cada caso es un mundo, no hay dos niños iguales, como no hay dos padres ni dos familias iguales, las condiciones y los factores de cada caso son absolutamente diferentes y eso no es cuestión de edades.
Hay personas que no son responsables y que no están capacitadas para cuidar a un bebé porque tienen algún tipo de trastorno o simplemente porque no tienen la madurez necesaria para encargarse de otra persona y renunciar a ciertas cosas asumiendo una serie de sacrificios.

Todo el mundo tiene la libertad de ofrecerle fresas para merendar a un bebé de dos años, aun sabiendo que no es recomendable hacerlo antes de los tres años por riesgo de alergia.
Todo el mundo tiene la libertad de ofrecerle manises a un bebé de tres años, aunque no se recomienda introducirlos hasta los seis años por riesgo de asfixia.
Todo el mundo tiene la libertad de no llevar a sus hijos al médico aunque estén una semana con fiebres altas, aun sabiendo que existe riesgo de síncope febril.
Todo el mundo tiene la libertad de no vacunar a sus hijos y de exponer su salud a un grave riesgo.
Cada madre y cada padre es libre de tomar las decisiones que crea oportunas con respecto a la salud y la educación de sus hijos, pero eso no es cuestión de edades sino de asumir ciertas responsabilidades.
Se trata de la manera de ser de cada uno, de sus cuestiones ideológicas y de un sinfín de factores que influirán de forma inevitable en las decisiones que se tomen.

Ante una perreta, los padres tienen varias opciones y una de ellas es darle al pequeño dos fuertes cachetones. Dejando de lado las cuestiones éticas y legales que enmarcan esta hipótesis, el hecho es que no importa si se tiene 14, 33, 64 o 100 años, cualquiera puede ser un progenitor nefasto si le pone la mano encima a su hijo y en eso la edad no es un factor determinante.

Un niño debe crecer en un entorno adecuado y tener una serie de necesidades cubiertas para garantizar su bienestar, su seguridad y su integridad social. Lo cual es tan importante como desarrollarse y disfrutar de su infancia en un entorno agradable, recibiendo un trato óptimo y gozando del cariño, la empatía y el amor de sus padres.

Con 12, 30 o 70 años, el mayor regalo que le puedes hacer a tu hijo es darle el don de la paciencia y el amor. Tratarlos con amor y paciencia les enseñarán a manejar sus propias emociones y a desarrollarse en un entorno más favorecedor y más tranquilo. No olvidemos que nos tienen a nosotros como ejemplo y que en un futuro actuarán como les eduquemos.

Es posible que una chica de 13 años desee convertirse en madre, aunque no haya terminado aún sus estudios y no tenga un trabajo estable, porque tiene la suerte de contar con un fuerte apoyo familiar y disfruta de unas buenas condiciones socio-económicas que le permiten criar a su hijo garantizando que tendrá todas las necesidades cubiertas y que crecerá en un entorno de felicidad.
Asimismo, es posible que una mujer de 33 años, que tiene un trabajo estable, coche, casa y cuyas condiciones económicas sean idóneas para convertirse en madre, no sea capaz de criar a un bebé porque sufre una fuerte adicción a las drogas, algún tipo de depresión o porque vive en un ambiente familiar desestructurado, por ejemplo.

A menudo escucho comentarios como el hecho de que una chica menor de 18 o 20 años que se ha convertido en madre es una auténtica irresponsable. ¿Por qué? ¿Por qué no ha seguido la línea temporal impuesta de terminar sus estudios, encontrar un trabajo, comprarse un coche y una casa, casarse y luego formar una familia a los 30 o 40 años? Me parece un argumento vacío y sin sentido. Una chica de 16 años puede estar perfectamente preparada y capacitada para compaginar el papel de madre, con el de pareja, con el de hija, con el de estudiante y con el de trabajadora. Eso no depende de la edad, sino de su madurez, de su forma de ser y de la voluntad que tenga para luchar por su bebé. Aunque por supuesto, hay otros factores que también influyen y que muchas veces están fuera de nuestro control.

No es cuestión de edades, existen innumerables factores que influyen en el bienestar y en la felicidad de un niño. En cualquier caso, a los 13, a los 33 o a los 64 años, una puede ser madre y lo único que debe importarle es la felicidad de sus hijos y no el qué dirán los demás.

Con este artículo no tengo ninguna intención de criticar o defender a esta mujer que se ha convertido en madre a los 64 años, porque no conozco su caso ni su situación personal y no soy nadie para juzgarla. Sólo espero que las autoridades e instituciones competentes realicen su trabajo con el único objetivo de asegurar un buen futuro a esos pequeños. Porque son niños inocentes y lo único que necesitan es disfrutar de una infancia feliz con una familia que les cuide y les brinde todo el amor que merecen.



Fuentes consultadas:









Artículo de opinión publicado el 21 de abril de 2017 en el periódico Tacoronte dgital.

11 septiembre 2017

Machismo musical

Hace poco escuché un comentario de una mujer que criticaba la música que escuchan los jóvenes en la actualidad. Hablaba con otra mujer y le decía que sus hijos se habían convertido en una especie de imitadores desafiantes que se creen protagonistas de las canciones, las series y las películas que escuchan y ven a diario, por lo que cambian su manera de vestir, su forma de ser y comienzan a comportarse de manera diferente en casa, desobedeciendo y desafiando a sus padres.

A raíz de este comentario, empecé a prestar más atención a la música que escucho a diario. Visité varias páginas webs musicales e investigué un poco cuáles son las tendencias actuales y aquellas canciones que se escuchan en todas partes a día de hoy.
Cantantes como Maluma o Bad Bunny se han hecho un hueco notable entre el resto de artistas y consiguen millones de visitas con sus videoclips.
Pero hay que tener buen ojo y mente crítica antes de darle al play. Deberíamos pararnos más a analizar lo que vemos y escuchamos porque estas personas son consideradas como ídolos por jóvenes adolescentes que aún están buscando su propia identidad y se encuentran en una edad complicada por los numerosos cambios que experimentan.
Se trata de una etapa de confusión que unos llevan mejor que otros y hay que decir que muchos adolescentes son manipulables y no tienen la capacidad de ser objetivos y críticos con lo que ven y escuchan, así que simplemente se dejan llevar.
Una canción, una serie, una película o un videoclip no deberían hacer apología del machismo, de la violencia, de la pederastia, de la prostitución o de la adicción a las drogas y al alcohol.
En muchas de las letras que he escuchado se habla de la mujer como si fuera un mero objeto diseñado únicamente para dar placer al hombre y servirle en todo lo que éste desee. Estamos en pleno siglo XXI y la violencia doméstica mata a gran cantidad de mujeres al año, dejando en muchos casos a sus hijos huérfanos de por vida sin que éstos sean considerados víctimas. En nuestro país la lacra del machismo es una realidad muy grave y difícil de superar dados los estereotipos que se nos imponen desde incluso antes de nacer y los antecedentes machistas tradicionales que les inculcaron a nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc. desde antes de la época de Franco. La mujer nacía con el único objetivo de casarse, vivir a la sombra de su marido, reproducirse, criar a sus hijos, limpiar la casa, hacer de comer y depender de un hombre para siempre.
Como mujer, me parece un insulto, un atraso y una desfachatez que aquellas personas que atraen a las masas y que poseen el poder de influir en sus vidas y en su manera de pensar de una forma u otra, se atrevan a inculcarles ideas machistas, violentas y equívocas haciéndoles creer que está bien pegar a una mujer, violarla, secuestrarla o insultarla. Haciéndoles creer que está bien pelearse con cualquiera por la calle, comportarse como un energúmeno, retar a la autoridad o delinquir. Haciéndoles creer que fumar o consumir drogas y alcohol es algo que mola, que está bien y es propio de aquellas personas que poseen dinero y poder.
No está bien.
Supongo que estos cantantes no se han parado a pensar en las consecuencias que provocan sus letras y sus videoclips. Supongo que lo único que desean es que alguien les escriba una letra pegadiza que, junto a un buen ritmo y a un videoclip casi pornográfico, resulte lo suficientemente atrayente como para vender todas las entradas en cada concierto y ganar mucho dinero.
Estas personas no aportan nada a la sociedad y contaminan el género musical en el que actúan creando la visión de que todos los cantantes de ese género son iguales.
No todos son iguales, hay cantantes de rap que son auténticos genios, como Residente, Vico C o Los Chikos del Maíz. Ellos son artistas cuyas letras están creadas para criticar la sociedad en la que vivimos y para abrirnos los ojos. Sus canciones emocionan, pero lo más importante es que hacen reflexionar a todo el que las escucha.
En cambio, canciones como “Krippy Kush”, de Farruko, Bad Bunny y Rvssian, no aportan nada positivo, más bien todo lo contrario, hacen apología sobre las drogas, el alcohol, la automedicación e incluso la prostitución.
El gran éxito del verano, la conocida canción de “Despacito”, de Daddy Yankee y Luis Fonsi, también hace apología del machismo.
No es complicado, basta con escoger una canción al azar y analizar la letra y el videoclip.
Aparecerán mujeres medio desnudas y se cantarán versos como
“Dile que tú eres mía, mía.
Tu sabe' que eres mía, mía.
Tú mima' me lo decía
Cuando yo te lo hacía.”
(Estribillo de la canción “Eres mía” de Bad Bunny).

Pero hay que destacar un detalle. Esto no es nuevo y no ocurre sólo en el ámbito del reggaetón, el rap o el trap. También sucede en las canciones de Rock&Roll y de Pop.
Hasta las propias mujeres caen en la trampa de las letras machistas. Sin ir más lejos, Nicki Minaj llegó a cantar versos como
“Sí, yo hago la comida;
sí, yo limpio"
 "Sí, tú eres el jefe
y sí, yo lo respeto"
(“Hey mama”, de David Guetta).

Como decía, esto no es un fenómeno nuevo que haya aparecido en los últimos años de la nada. No. Esto viene ocurriendo desde hace ya demasiadas décadas y aquí tenemos sólo algunos ejemplos sobre lo que escuchaban nuestros padres y abuelos:

“Corazón de tiza” (1990), de Radio Futura:
"Y si te vuelvo a ver pintar
un corazón de tiza en la pared
te voy a dar una paliza por haber
escrito mi nombre dentro".

“Fueron los celos” (1990), de La Unión:
"Sólo pretendía guardar
algo de mi posesión.
Fueron los celos
y no yo".

“La mataré” (1987), de Loquillo:
“Que no la encuentre jamás
o sé que la mataré.
Por favor sólo quiero matarla.
A punta de navaja.
Besándola una vez más".

Este machismo también se transmite de forma directa a nuestros hijos, mediante mensajes subliminales que se pueden leer en las letras de las canciones que pretenden ser educativas. Por ejemplo, en 1971 Los Payasos de la Tele pretendían enseñar los días de la semana a través de una conocida canción con este mismo título en la que una niña no podía ir a jugar porque tenía que hacer todo tipo de labores domésticas como lavar, planchar, etc.
“Lunes antes de almorzar.
Una niña fue a jugar.
Pero no pudo jugar
porque tenía que lavar”.

Sin embargo, como he dicho anteriormente, no todas las canciones son machistas. No todo en la música está contaminado por este tipo de apologías anteriormente descritas. También hay canciones que hablan sobre las realidades que ocurren en la actualidad. Sin ir más lejos, puedo nombrar las canciones de Calle 13, un grupo de rap cuyo cantante, René, escribe letras que provocan una profunda reflexión en el receptor. René acaba de publicar una serie de canciones nuevas, ahora en solitario, como Residente. Uno de esos temas se titula “Guerra” y nos obliga a concienciarnos sobre la realidad que viven familias enteras en esos países que ahora mismo se encuentran en mitad de una guerra sin sentido. Una guerra tan cruel que enfrenta a todos contra todos cobrándose vidas inocentes a su paso. Basta con ver el videoclip y escuchar atentamente la letra para que se te remueva el alma y la mente entera.
Otras canciones funcionan como alegatos feministas, como el famoso tema “Ain’t your mama” escrito por Meghan Trainor e interpretado por Jennifer Lopez, que denuncia los estereotipos de género en la sociedad.

A veces la solución más acertada para erradicar las actitudes machistas en el mundo musical es la cancelación de espectáculos por parte de diferentes colectivos, aunque también puede ser por iniciativa de instituciones públicas, lo cual sería aún mejor.
Está en manos de todos condenar las canciones cuyo contenido no es positivo para la sociedad y cuyos mensajes no son apropiados para el público en general y los adolescentes en particular. El primer paso es dejar de escuchar a esos cantantes y dejar de ver sus videoclips.




Enlaces consultados para escribir el artículo:
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17 julio 2017

Harta

Harta. ¡Estoy harta!
Harta de tener que callarme al ver las cosas que haces.
Harta de no poder decir nada por temor a ser atacada.
Harta de que ante cualquier reproche desates una guerra psicológica.
Harta de que me ataques por dónde sabes que más duele.
Harta de que tú seas un arma de doble filo y amarte sea asumir un riesgo mortal.
Harta de no poder contar contigo y escuchar amenazas y chantajes.
Harta de que utilices a los niños como escudo y te burles argumentando que a ti te quieren más.
Harta de que digas que no hago nada.
Yo friego, yo limpio el baño, yo ordeno la casa, yo seco y guardo la vajilla, yo lavo, doblo y guardo la ropa, yo barro el piso, yo cambio las sábanas, yo cambio las toallas, yo limpio el piso, yo limpio las ventanas. Cada semana. Y dices que no hago nada.
Te limitas a hacer de comer, porque yo lo detesto.
Te limitas a tirar la basura, porque mi espalda me lo impide.
Te limitas a fregar y lavar la ropa de vez en cuando.
¿Y dices que las tareas están bien repartidas?
Llegas a casa y solo escucho quejas: "hay mosquitos, qué sucio está el piso, hay que limpiar el baño, hay cucarachas y hormigas..."
Si no dejaras la ropa tirada por donde te cuadra, todo estaría más ordenado y el ambiente no olería a sudor.
Si no dejaras las migajas de comida tiradas en el suelo y el sillón después de comer no habría tantas hormigas.
Si no dejaras los platos usados y con restos de comida durante horas en el fregadero sin echarles ni una pizca de agua no habría tantos mosquitos.
Si limpiaras la tapa del retrete cada vez que lo usas no olería tan mal y no estaría tan sucio.
Eres tú el que ensucia sin preocupación y estoy harta de ir detrás, ordenando tu ropa y limpiando tu mierda como si fuera una esclava.
Estoy harta de que salgas cuando te place y no avises cuándo vas a llegar, de que me dejes sola, en casa, con el niño, y te despreocupes por completo.
Estoy harta de que me reproches los cinco minutos que se me ofrece salir, a la tienda de enfrente a celebrar una jubilación de una persona a la que añoro y tengo mucho cariño, solo porque a tu hijo le ha dado por coger una perreta.
Estoy harta de que dispongas de mi tiempo y me exijas que te ayude con las tareas académica para aprovechar cualquier queja mía y amenazarme.
"El año que viene sí que vas a estar puteada porque no te pienso ayudar en nada".
Cuéntame algo que no sepa ya.
Estoy harta de que me humilles en cada discusión y me subestimes.
"Tú no vales nada, no tienes amigos, estás sola".
Estoy harta de que me exijas mil cosas sabiendo que no dispongo del tiempo necesario.
"Deberías ponerte las pilas, ponte a estudiar, haz ejercicio, tienes celulitis, estás gorda, dedícale tiempo al niño, hay que limpiar el baño otra vez..."
Estoy harta de que vayas de chico bueno y de gran pareja, de que aparentes que me ayudas cada día y que te implicas en casa como yo lo hago cuando ambos sabemos que no es verdad.
Eres un lobo disfrazado de cordero.
Eres un machista disfrazado de feminista.
Eres un abusador y un mentiroso.
Estoy harta de que vayas echándote las flores por cocinar en casa, por prepararle purés al niño, por salir y tener amigos y hacer lo que te de la gana cuando te de la gana.
Sabes que en realidad muchas veces usas a tus padres para que cocinen o hagan ellos el puré, sabes que sales porque yo cuido al bebé, y aún sabiéndolo no valoras ni agradeces nada.
Estoy harta de intentar dialogar contigo, de hacerte ver como me siento y pedirte que me ayudes y me valores aun sabiendo que no cambiarás nunca y jamás lo harás porque eres un egoísta que quiere hacer siempre lo que le venga en gana sin dar cuentas a nadie.
Estoy harta de que en cada intento me ataques, aprovechando el mínimo error que haya cometido, el mínimo defecto que me encuentres para usarlo en mi contra y no escucharme en absoluto.
Estoy harta de que jamás pidas perdón y de que no tengas filtro al hablar, porque te da igual el daño que puedan causar tus palabras envenenadas.
Estoy harta de tener que callar, de aguantar las ganas de llorar y de correr a encerrarme en cualquier habitación para no escuchar esas palabras que tanto daño causan.
Estoy harta de que digas que me amas, de que me lleves a la cama, de que me pidas sexo cada día y de tener que complacerte casi por cumplir, solo para que me dejes tranquila.
Estoy harta, harta de que no te importen mis sentimientos, harta de que me utilices, harta de que me engañes, harta de que me manipules, harta de que me mientas, harta de que me trates de esta manera.
Estoy harta de que no me valores, harta de no importarte. Harta de ser tu sumisa sirvienta y estar a tu servicio.
Estoy harta de aguantarte.
Pero todo eso da igual, porque lo que yo sienta no importa, porque te la sudan mis metas, te la sudan mis problemas, y te la suda todo lo que a mi respecta.
Así que no te preocupes, mañana volveré a limpiar tu mierda. Porque has conseguido atarme en corto, porque has conseguido apagarme, porque has conseguido manipularme y acallarme.
Como buen machista, como buen asesino, como buen dictador.
Sigue disfrazado de corderito, lobo feroz, que el mundo ya se ha tragado tu papelón.
Y nadie sabe que la víctima soy yo.

06 julio 2017

¿Fumas?

Todos sabemos que el tabaco es un producto nocivo que causa una grave adicción en los consumidores y que posee componentes que son altamente perjudiciales para la salud. No importa si somos fumadores o no, porque incluso yo, que odio el tabaco y jamás lo he probado, he respirado el humo del cigarro de quien caminaba justo delante de mí por la calle. Sin embargo, aunque los informes anuales evidencian el peligro que supone el consumo de esta droga y el desorbitado número de muertes que provoca, las industrias tabaqueras’ siguen embolsándose cantidades estratosféricas de beneficios anuales a costa de acabar con la vida del ser humano al venderle veneno. Porque eso es el tabaco: veneno que acaba con nuestras vidas.

Sabemos que produce cáncer y que provoca numerosas enfermedades cardiovasculares y respiratorias.

Sabemos que contiene sustancias químicas tan nocivas como la nicotina, el monóxido de carbono y el alquitrán, entre otras más de 4.000.

Sabemos que el consumo de tabaco supone un alto coste sanitario en todos los países a nivel mundial, a pesar de los elevados impuestos que se recaudan de la venta de dicho producto. De hecho, según un estudio publicado en la revista Tobacco Control, en 2012 el coste total del tabaquismo alcanzaba los 1,4 billones de dólares en el mundo.

Sabemos que su consumo es mortal. De hecho, según evidencia el estudio citado anteriormente, en 2012 el tabaquismo fue la causa del fallecimiento de más de 2 millones de adultos de entre 30 y 69 años en el mundo. En España mueren cada año más de 60.000 personas a causa de enfermedades provocadas por el consumo de este producto, lo que equivale a más de 160 defunciones diarias como consecuencia del tabaco, y se estima un mínimo de 1.228 muertes atribuibles a la exposición al humo ambiental de tabaco en no fumadores, aumentando el riesgo de padecer enfermedades crónicas como cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares y enfermedades respiratorias.

Pero el tabaco no solo acaba con la vida de los fumadores activos y pasivos, sino también con la vida de los animales.

Miles de animales mueren cada año tras pasar meses o incluso años encerrados en diminutas jaulas y sufriendo las consecuencias directas de una exposición continua al humo del tabaco. Todo con el único objeto de realizar “estudios” y experimentos para evaluar los efectos que tiene el tabaco en ellos.

Las compañías tabaqueras usan perros, gatos, monos, conejos, ratones y otros animales para realizar dolorosos experimentos y comprobar las consecuencias o los efectos que tienen sus productos en los animales con el propósito de intentar encontrar evidencias que puedan usarse como argumento en contra del indiscutible hecho de que fumar mata.

Estos crueles experimentos pasan por realizar acciones tan deleznables como coger monas preñadas y mantenerlas cautivas en pequeñas jaulas de metal, mientras su fetos están expuestos a la nicotina. Este estudio se llevó a cabo en Estados Unidos y duró 5 años, durante los que se asesinó a muchas crías de mono y se les diseccionó los pulmones.

Según fuentes consultadas, en los laboratorios financiados por las industrias tabaqueras se realizan prácticas como realizar cortes y abrir agujeros en las gargantas de los perros beagles a través de los cuales son forzados a respirar humo de tabaco concentrado durante todo un año, insertar electrodos en los penes de los perros para comprobar los efectos del tabaquismo en el funcionamiento sexual, atarles máscaras con correas en la cara a ratas, ratones y monos y forzarles permanentemente a respirar el humo del tabaco, obligar a perros a estar en ventiladores mecánicos y exponerles crónicamente al humo del tabaco, inmovilizar a monos rhesus en sillas con dispositivos cerebrales (electrodos o agujas estereotáxicas) y exponerles a nicotina y cafeína para ver cómo les afecta a la respiración.

Muchas marcas conocidas, como Philip Morris (L&M, Marlboro) y Altadis (Nobel, Fortuna, Ducados), utilizan estos test torturando a miles de animales cada año. Aunque existen marcas de tabaco que están libres de las prácticas experimentales a las que se ha hecho referencia, como Manitou, Natural American Spirit, Domingo, Pepe, Pueblo, Salsa, Ketama, Flandria Sauvage y Origenes.

Las compañías tabacaleras han escondido los experimentos con animales durante años, tratando inútilmente de restar importancia a los efectos negativos del tabaco en humanos. Experimento tras experimento intentan probar que fumar no mata para así garantizar unos beneficios anuales y la continuidad de su millonario negocio. Así, con sus componentes adictivos, sus campañas publicitarias y sus informes engañosos, siguen captando adeptos y alimentando una espiral de consumo en la que el cliente tiene dos opciones: o sale de esa espiral (logro casi imposible) o muere en el intento a causa de cualquier enfermedad respiratoria o cardiovascular producida por el tabaco.

Dejar de fumar no es una tarea fácil, ya que estamos hablando de una adicción, y la mayoría de los fumadores se preguntan cómo hacerlo. El primer paso y el más fácil es reconocer y ser conscientes de los problemas que este consumo puede ocasionar a nuestra salud, a la de las personas de nuestro entorno y a la de los animales que son maltratados en laboratorios.

Muchas personas han logrado dejar el tabaco para siempre y, aparte de ahorrarse una importante cantidad de dinero, han evitado una muerte prematura, han dejado de dañar su salud y envenenarse a sí mismos, pero también han dejado de contribuir al sufrimiento que padecen los animales en los laboratorios.

¿Quieres dejar de fumar? Pues ya tienes un motivo más.

Puedes encontrar mucha más información en las fuentes siguientes:














28 junio 2017

¿Qué comemos?

Hace unas semanas salió a la luz la noticia de que la famosa Nutella, producto estrella de la empresa Ferrero, contiene un ingrediente llamado aceite de palma que es altamente peligroso para el ser humano.

El aceite de palma es un tipo de aceite vegetal que se produce a partir de los dátiles de la palma africana.
Tal y como se ha demostrado en varios estudios, este aceite es muy rico en grasas saturadas, que aumentan los niveles de colesterol y triglicéridos,  y su consumo es perjudicial para nuestra salud, ya que, entre otros problemas, puede provocarnos cáncer.

Las plantaciones más importantes de palma aceitera se encuentran en América del Sur, África y Asia, pero dónde más impacto producen es en Asia, en países como Indonesia, Malasia o Papua Nueva Guinea, debido a la gran destrucción de los bosques y la selva tropical, donde se emiten enormes cantidades de CO2 a la atmósfera.

Empresas como Sinar Mas se saltan las leyes forestales para implantar grandes cultivos de palma, con el objetivo de convertirse en el principal proveedor de empresas multinacionales tan importantes como Nestlé, Unileber, Kellogg’s, L’oreal, Burger King, Mc Donalds, Colgate, Dove, Rexona, Axe, Vichy, Pantene, The Body Shop, Maizena, Frigo, Mimosin y un largo etc. Como pueden comprobar, no son sólo empresas de productos alimenticios, sino también cosméticos, productos de higiene personal y de limpieza del hogar.

La plantación de la palma aceitera conlleva a la brutal deforestación de zonas en las que habitan especies que se encuentran en peligro de extinción, como el orangután o el tigre de Sumatra. En el caso de los orangutanes, por ejemplo, se llega a una crueldad extrema, puesto que se aniquilan grupos enteros para capturar a las crías y venderlas a zoos, parques turísticos, coleccionistas, como carne, género de extracción de pieles, etc. Se llegan a provocar incendios intencionados para plantar las palmas aceiteras, con lo que se destruye por completo el hábitat de estos animales y se produce un fuerte impacto medioambiental. Asimismo, las poblaciones autóctonas que viven en esas zonas se ven obligados a desplazarse, ya que sus vidas dependen en gran parte del bosque.

Cuando vayas al supermercado y escojas el producto que deseas comprar, párate un segundo y lee los ingredientes, el aceite de palma se identifica con muchos nombres diferentes como:
Aceite de palma
Aceite de palmiste
Grasa vegetal (palma)
Grasa vegetal fraccionada e hidrogenada de palmiste
Sodium Palmitate
Estearina de palma (Palm stearin)
Palmoleina u Oleina de palma (Palmolein)
Manteca de palma
Elaeis guineensis (nombre científico de la palma aceitera)

Pero… ¿Basta con evitar el consumo de los productos que contienen aceite de palma para evitar el impacto medioambiental y las consecuencias nocivas en nuestra salud? Rotundamente, no.

El aceite de palma no es el único ingrediente que amenaza nuestra salud. Componentes transgénicos, arsénico, acesulfato, glutamato monosódico o, incluso, sustancias derivadas del petróleo son algunos de los ingredientes que se encuentran en los productos de alimentación, higiene, limpieza del hogar, cosméticos, etc. que utilizamos a diario y que amenazan potencialmente nuestra salud, son factores de riesgo y aumentan nuestras posibilidades de padecer distintos tipos de cáncer, entre otros problemas de salud.

Hace poco también se desveló que el panga es un pescado altamente peligroso para nuestra salud, dadas sus nefastas condiciones de cultivo en aguas contaminadas. Sin embargo, es muy habitual encontrarlo en los comedores escolares y los centros de acogida de personas mayores.

Ludwig Feuerbach expuso en su obra “Enseñanza de la alimentación”, de 1850, la famosa frase “somos lo que comemos”. Qué razón tenía, veneno comemos y cáncer padecemos.

Seguiremos abordando este asunto en próximas publicaciones. No obstante, si desean obtener más información pueden consultar las siguientes referencias:

06 junio 2017

Mamá, no dejes de luchar

Mamá, aunque aún soy solo un niño,
y también soy muy inocente,
sé que quieres estar conmigo
y que en tu corazón estoy presente.

Sé que tú y papá me quieren
y aunque no tienen mucho dinero
sé que miran por mí siempre
porque yo soy lo primero.

Quieren estudiar, 
para enseñarme.
Y quieren trabajar, 
para mantenerme.

No quieren que nada me falte,
ni que deje nunca de reír,
solo quieren protegerme
y hacerme muy feliz.

Mamá, sé que no te quieres
alejar jamás de mí.
Pero mamá, tú sabes bien
que algún día tendrás que partir.

Algún día te irás a trabajar a otro lugar
y me tendrás que dejar con alguien 
que me pueda cuidar y educar
y que también me acompañe.

Yo quiero aprender cosas nuevas 
en una linda escuela
por la que no tengas que pagar,
para poder ir a trabajar.

Sé que papá también quiere un empleo
y así poder ganar algo de dinero
para sus estudios terminar
y un buen futuro lograr.

Por eso no han dejado de luchar,
se han lanzado a recoger firmas,
y no han dejado de gritar.
Hasta la prensa lo confirma.

Con el alcalde han hablado,
al concejal le han preguntado,
al gobierno han protestado
y ninguna solución les han dado.

No desistas mamá, no te rindas.
Sé que tu lucha no es en vano.
El pueblo de Arucas te necesita
y el cambio está en tus manos.

El gobierno nos está engañando,
con mi educación están jugando.
Un servicio me están negando
y un derecho me están vetando.

Este derecho lo tiene todo ciudadano:
una educación pública y gratuita.
Para poder tener un estudio garantizado
y así acceder a un buen trabajo.

Sé que no eres la presidenta,
sé que no tienes ese cargo.
Pero tienes un grano de arena
en la palma de tu mano.

Lucha, lucha y moviliza al pueblo.
Lucha por mi, lucha por ellos.
Lucha por los niños pequeños.
Lucha por nuestros derechos.

No te rindas nunca jamás,
tú eres mi mayor ejemplo
y cuando te quieran silenciar,
grita más fuerte que el viento.

Alguna solución encontrarás,
algún día podrás trabajar
y ya no necesitarás 
que abuela me venga a cuidar.

Porque ese día tendrás
la recompensa merecida.
Ese día dispondrás
de una buena guardería.


Licencia de Creative Commons
Mamá, no dejes de luchar by Laura Zerpa Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en http://sentiversos.blogspot.com.es/.

06 abril 2017

¿Y si fueras tú?

Yo nací en Mosul,
una ciudad situada al norte de Irak.
Una ciudad sumida ahora en el caos
porque hay gente que nos quiere matar.

Hace años quisimos escapar
pero cerraron las puertas de la ciudad
y nos escondimos en la soledad
sin que nadie nos pudiera ayudar.

La guerra se cobra la vida
de vecinos, amigos, conocidos.
Las bombas caen cada día
desde un cielo ennegrecido.

El humo no nos deja respirar
y el ambiente está vacío.
Existe un clima irregular
porque aquí el futuro está perdido.

El miedo nos consumía,
y nosotros escondidos
sin agua, sin comida
y calmando a nuestros hijos.

Dos gemelos de cabellos rubios,
de caras inocentes y corazones puros.
Dos gemelos de año y medio
que lloraban de terror y miedo.

Un soldado nos encontró
y pensé que era la salvación.
Pero a mi marido degolló
y a mí me secuestró.

A mis hijos miró
y mientras me violaba sonrió.
Ellos asustados lloraban
y yo gritaba amordazada.

Logré huir y salvar la vida.
De la ciudad me quise ir
pero no había salida,
así que nuevamente me escondí.

La agonía seguía,
explotaban bombas asesinas,
los coches saltaban por los aires
y se sangre se teñían las calles.

Miré a mis gemelos.
Debía luchar por ellos.
Sólo eran niños inocentes,
nacidos en un mundo demente.

Un día alguien gritó
y a mis hijos despertó.
Escuché los motores de un avión
y fue entonces cuando ocurrió:

En el aire un gas se expandió,
el oxígeno desapareció,
otra bomba cayó
y el techo se derrumbó.

Los busqué desesperada
tanteando con mis manos
y no escuchaba nada
más allá de los disparos.

Y no, no resistieron.
Demasiado pronto se durmieron.

Y Aylan nunca despertó
Y Nasram se me desangró.

Eran inocentes,
tenían un año y medio.
Fueron asesinados por crueles
y eso no tiene ya remedio.

Somos civiles nacidos en el lugar equivocado.
Somos seres humanos olvidados.
Somos madres y padres desesperados
al verlos morir en nuestros brazos.

Estamos gritando amordazados
y a nadie parece importarle
que estamos siendo masacrados.

Muchos son degollados,
otros son desmembrados
y otros terriblemente torturados.

Somos seres humanos, como tú.
También queremos vivir, como tú.
¿Que nos diferencia?
Que nosotros estamos en Mosul.

Y tú que lees esto, ¿dónde estás?
Por favor, ¿nos puedes ayudar?
Ya no podemos más.
No tenemos voz para gritar.

¿Y si fueras tú
quien nació en Mosul?

¿Y si fueran tus hijos?
¿Y si fueran tus hermanos?
¿Y si fueran tus sobrinos,
los que mueren asfixiados?



Las imágenes que vienen a continuación son tan duras como reales. Merecen la máxima difusión porque esto es lo que está pasando ahora mismo en el mundo en el que vivimos.
Niños asistidos tras el ataque químico.

Un padre sostiene en brazos a sus dos gemelos asesinados en el ataque.

Hawra, un pequeño de 4 años que no deja de gritar desesperado "mamá, mamá".
No sabe que ella murió en el ataque y aún no han encontrado su cuerpo entero.

Niños asesinados
¿Hasta cuándo?

29 marzo 2017

TRADICAN

Hoy he tenido la gran oportunidad de asistir a las primeras jornadas canarias de traducción e interpretación que se han celebrado en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

El evento ha sido bautizado como TRADICAN y en él he disfrutado de las ponencias de:
-Scheherezade Surià (traducción literaria)
-Heather Adams (interpretación de conferencias)
-Tenesor Rodríguez (traducción jurídica)
-Gabriel Cabrera (interpretación telefónica)
-Ramón Méndez (localización de videojuegos)
-Gloria Torralba (traducción audiovisual)

En cada ponencia he podido disfrutar enormemente y empaparme del conocimiento y de la experiencia de cada orador, dado que nos han proporcionado una toma de contacto con la realidad profesional actual en cuanto a traducción e interpretación se refiere.

Considero que los estudiantes que han tenido la iniciativa de realizar estas jornadas han llevado a cabo una gran labor, cuyo esfuerzo se debe valorar y tener muy en cuenta ya que han ofrecido una gran oportunidad de aprendizaje al resto de estudiantes de la facultad.

Espero que estas jornadas sean las primeras de muchas más ya que considero que son de gran utilidad para los presentes y futuros alumnos de traducción e interpretación. Nos ayuda a abrir un poco los ojos y  a comprender e identificar qué especialidad nos gusta más para decidir a qué nos queremos dedicar en nuestra vida profesional tras terminar la carrera.

Así pues, sólo me queda agradecer profundamente una vez más a todos los ponentes que nos han dedicado su tiempo y a todas las personas que han trabajado y han colaborado arduamente para que esto pudiera realizarse de manera tan exitosa. Muchas gracias a todos.

22 marzo 2017

¡Maldita gripe!

¡Oh! ¡Maldita gripe!
Qué inoportuna eres
cuando ruidosa llegas
y con tus síntomas me enfermas.

¡Oh! ¡Maldita seas!
Vete ya de mi mente
que por ti la cabeza me da vueltas
y hasta me duelen los dientes.

¡Voy a por pañuelos!
Mis únicos compañeros.
¡Ay! Qué frío tengo.
¡Ay! Qué sueño tengo.

De toser dejar no puedo,
escalofríos recorren mi cuerpo.
Sin fuerzas me siento
y ganas de nada tengo.

Los ojos me escuecen,
casi en carne viva tengo la nariz...
Me subirá la fiebre...
Gripe, ¡apiádate de mí!



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¡Maldita gripe! by Laura Zerpa Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
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10 marzo 2017

"Mamá... Moutro"

-¡Mamá! ¡Mamá! ¡Llegaron los Reyes Magos! ¡Corre, corre!
Ella se levantó lentamente, desperezándose y mirando el reloj con una leve sonrisa en la cara. En seguida agarré su mano y la arrastré hasta el salón mientras saltaba de alegría. Estaba deseando abrir los regalos y descubrir el balón de fútbol que tanta ilusión me hacía, así que comencé a romper el papel de regalo a un ritmo frenético.
Blusa rosa con pantalón blanco y dibujos de Minnie Mouse, traje de Frozen, la muñeca Elsa de Frozen, un muñeco de Olaf de Frozen, un juguete de Minnie Mouse que se podía pintar, una Barbie que se podía maquillar y a la que se le podían pintar las uñas y un secador de pelo rosa para peinar a mis muñecas.
-Qué bien se han portado los Reyes Magos. ¿Verdad, princesa?
-¿Y el balón que pedí? ¿Y el equipaje de fútbol? –Pregunté preocupada.
-Reina, a lo mejor los Reyes Magos se han olvidado. Quizás el próximo año... Pero, ¿no te gusta el precioso traje de Frozen? –Me miró con una mezcla de compasión y dolor en sus ojos
-Sí, mamá.- respondí cabizbaja.
-Venga, sube a tu cuarto y ponte a jugar un ratito con las Barbies mientras mami prepara el desayuno.
Subí a mi cuarto y me acosté de nuevo en la cama. Los Reyes no se enteran de nada. Yo quería un balón, no un traje de princesa…

-Te dije que se iba a enfadar. Ella quería un balón. –Dijo al entrar en el dormitorio.
-No me seas ridícula anda. Es una niña, seguro que se le pasará en cuanto se ponga el dichoso trajecito. Que se ponga a jugar con las muñecas y se deje de tonterías, que sólo es una niña. –Respondió él, con una mezcla de sueño y enfado en la voz.
-Pero está decepcionada…
-No seas pesada. Ya te lo dije, sólo tiene 4 años. En dos días ni se acordará. No sabe lo que quiere. -Replicó, elevando la voz.
-Ayúdame a hacer el desayuno, por favor. –Pidió ella tomándole cariñosamente de la mano.
-No. Anoche no me dejaste tranquilo con los regalos y te tuve que ayudar. Ahora déjame descansar. Que lo tengo que hacer todo yo… -Respondió tapándose de nuevo.
Ese día me comí las galletas con desgana y quizás ese fue el desayuno más amargo que había tomado nunca.

Mi habitación era preciosa, tenía una cama vestida con una colcha rosa de princesas Disney decorada con tul en los laterales, un espejo grande para ver cómo me quedaban los trajes, un tocador para ponerme guapa y un enorme armario para guardar toda mi ropa y mis muñecas. La estancia había sufrido muchos cambios, ya que a mamá le gustaba rodar los muebles y cambiar la disposición de toda la casa. Pero el resultado era siempre el mismo: la habitación seguía siendo todo un palacio de princesas, decorada con tonos rosas y blancos.
Al principio me gustaba, porque mi color favorito era el rosa, pero desde que Juanjo me dijo que eso era de niñas chicas y tontas dejó de gustarme tanto el rosa.
Juanjo era un niño que estaba en mi clase y que jugaba al fútbol desde que comenzó en la guardería. Siempre traía camiones o pistolas al recreo y a veces jugábamos a ser vaqueros del oeste.
A mí me gustaba mucho el fútbol, papá lo veía todas las semanas y a veces yo me sentaba en un lado, sin que él me viera, porque el color verde del césped me llamaba mucho la atención. Cuando se me escapaba una pequeña carcajada porque un jugador se caía, papá me descubría y me mandaba a mi cuarto o a ayudar a mamá, porque decía que las niñas no deben ver fútbol.
Mi serie de dibujos animados preferida era “La patrulla canina”, porque los perritos son héroes que salvan siempre a la ciudad, pero cuando le pedí a papá que me comprara una mochila de Chaise, porque es el perro policía y era mi preferido, me compró la mochila de Sky, que no me gustaba nada y encima era rosa.
Desde que entré en la guardería con dos añitos descubrí que me encantaba jugar al fútbol
con los otros niños, me gustaban los camiones, los coches grandes, los muñecos de acción y los héroes de las películas que papá nunca me ponía en la televisión. Pero tenía que ir todos los miércoles a ballet y lo odiaba, porque el tutú era muy incómodo y me daba miedo caerme por si se me veían las braguitas. Además no tenía buen equilibrio y me dolían los huesos cuando me estiraba. No me gustaba nada ir a ballet, aunque mamá se empeñara en llevarme cada semana.

Sí, esos son los recuerdos más tempranos que conservo de mi infancia. Me hice un poco mayor… Ya saben, aprendí a maquillarme y peinarme sola, dejé de jugar con muñecas, me pintaba las uñas y compraba mi propia ropa… y empecé a salir con chicos.
-¿A dónde piensas que vas?
-Papá, te lo dije el miércoles, hoy hay una fiesta de cumpleaños…
-¿Y piensas salir así? –Dijo con un tono más que exagerado mientras me miraba de arriba abajo con rabia e indignación.
-Joaquín, deja a la niña tranquila. –Intervino mi madre.
-¿Qué la deje tranquila? ¿Y tú la defiendes? ¿Pero has visto cómo va tu hija? –Respondió alterado.
-Sí, la he visto, va guapísima.
-Tócate las narices. Es que es increíble… En mis tiempos como se te ocurriera salir así… -Se levantó del sillón gesticulando con agresividad y elevando la voz.
-Exagerado… -Susurré por lo bajo poniendo los ojos en blanco.
-¿Pero qué tiene de malo? –Se atrevió a preguntar mi madre.
-¿Qué tiene? ¿Qué tiene? Pregunta qué no tiene… ¡No tiene ropa! Luego vendrás llorando si te violan por la calle. Claro, si vas provocando…
Mi cara era un poema. Me quedé flipando con la contestación y mi madre casi se queda sin habla.
-¡Joaquín! Ni se te ocurra hablarle así a la niña. ¿¡Cómo se te ocurre decirle eso!? ¿Te has vuelto loco? –Replicó ella elevando la voz muy enfadada.
-Bueno, yo me voy…
-Tú quietecita ahí. Tú no sales a ningún sitio. ¿A qué hora piensas llegar y con quién vas?
-Vendré antes de las 12 y voy con Sofía. -Se lo había dicho una decena de veces durante la semana.
-Ah, ¿Qué encima piensas salir por ahí, sola, de noche, y vestida así?
-No, voy con Sofía. –Este tío es sordo…
-Déjalo Ana… Vete anda. Cuídate y no bebas, por favor. Ten mucho cuidado, hija. –Dijo mi madre intentando calmar los ánimos y dándome un cariñoso beso en la frente.
-Ya llorarás ya por no hacerme caso. –Siguió bramando él.
-Joaquín…
-Ni Joaquín ni ostias… -Fue lo último que escuché al salir de casa. Se avecinaba tormenta, así que mejor salir corriendo cuanto antes y prepararme para el panorama que me esperaba a la vuelta: papá dormido y borracho en el sofá con la tele encendida y mamá despierta, esperándome impaciente para comprobar que no me había pasado nada... Lo de siempre.

-Bueno, y en cuanto a sus aspiraciones personales… ¿Es madre o piensa serlo?
-¿Qué? –Yo flipo…
-Que si es usted madre.
-Em… No…
-¿Está embarazada?
-No.
-¿Piensa ser madre pronto?
-Perdone, ¿qué tiene que ver eso con el trabajo?
-Señorita, es el protocolo de la empresa, son las preguntas normales que solemos hacer a todos los candidatos en las entrevistas.
-¿En serio? –El protocolo las narices, esto seguro que a un tío no se lo dicen…
-¿Y bien?
-Pues no lo sé, soy joven y es posible que en el futuro forme una familia.
No me contrataron… y así en varias entrevistas. ¿Qué les importará mi vida personal? Yo lo que quiero es trabajar…
En casa mamá siempre insistió en que estudiara, que era lo mejor que podía hacer: aprovechar la oportunidad y formarme todo lo posible para ser culta e inteligente y llegar lejos. Para tener un gran futuro y ser independiente. Pero se me quitaron las ganas cuando el profesor de matemáticas, en segundo de bachiller, me respondió una pregunta de la siguiente manera:
-¿Qué pasa? ¿No lo entiendes? ¿Tan difícil es entenderlo? Claro, eres una chica, eres rubia… A lo mejor no tienes tantas neuronas y no sirves para estudiar. Como todas, que no saben hacer nada más que abrirse de piernas. En eso sí que sacan matrícula, en ser unas guarras. Vete a casa a fregar y lavar los pisos, anda guapa.
He de reconocer que no me fui, me echaron por darle un bofetón al profesor. Tuve que pagar una indemnización por daños y perjuicios, una multa por agresión y resistencia a la autoridad y encima las costas del juicio también corrieron a mi cuenta. Él sigue dando clase tan tranquilo y yo, pues a buscar trabajo para seguir pagando el favor a mis padres, que me sacaron del apuro.
Mi padre no me creyó, y mi madre me dio una charla sobre lo que no debemos decir las señoritas. Tenemos que ser educadas y nunca debemos alzar la voz más de la cuenta porque siempre tenemos que comportarnos correctamente y dar ejemplo a nuestros hijos y a la sociedad.

-¿Tú por qué no vuelves a trabajar? –Quise preguntarle a mi madre en una de nuestras charlas.
-Hija… Yo es que desde que te tuve aquí… Prefiero estar en casa. Me siento mejor aquí, haciendo las cosas de la casa y atendiéndote a ti y a tu padre… -Siempre le incomodaba esa pregunta. Antes de ser madre había sido dibujante para una gran editorial satírica.
-Pero yo ya he crecido… Podrías volver…
-No… Tu padre trabaja y con su sueldo vamos bien…
-Si el verano pasado no salimos a ningún sitio.
-Tenemos que ahorrar un poco, no esperábamos el imprevisto de la multa y la indemnización y todo eso… Además, que yo no tengo tiempo para trabajar… Y no me cogerían en ningún sitio, ¿no me ves? Ya estoy vieja y arrugada. Tengo 48 años, hija.

Y así pasaron algunos años, y papá casi se muere del disgusto cuando con 21 años llegué a casa y les dije que estaba embarazada.
-¿Pero tú te has vuelto loca?
-Tranquilo, Joaquín. Hija, pero… ¿De quién? –Mamá corrió hacia mí como si fuera un escudo entre mi padre y yo.
-Pues vete tú a saber Gloria. Esta habrá salido por ahí, fresquita como va, le habrán metido algo en la copa o yo que sé y mira. Ahora nos viene con el bombo. –Él empezó a respirar de forma entrecortada, se levantó del sillón y su cara cambió totalmente.
-Joaquín…
-Ni Joaquín ni ostias. Pero, ¿no lo ves? Que le han hecho un bombo… Y ahora pago yo el aborto, ¿no? Ahora papá pone otra vez el dinerito como lo puso para la puñetera multa cuando te dio por sacar la mano a pasear… -Empezó a gritar como un energúmeno. Ya había llegado a su punto de descontrol total. Gesticulaba violentamente mientras temblaba de pura rabia.
-Papá…
-¡Ni papá ni ostias! Vete a tu cuarto porque como sigas ahí te juro que te parto la cara de niñata que tienes. Que lo que te faltó a ti fue una buena ostia a tiempo para enderezarte y quitarte las tonterías de encima. Así has salido…
-¿Y quién te ha dicho a ti que ella quiere abortar? A lo mejor lo quiere tener… -Se atrevió a susurrar mi madre mientras yo subía por las escaleras.
-¿Y quién te ha dicho a ti que puedes opinar? Pues que se case rapidito y se largue de esta casa porque yo no voy a aguantar los llantos del niño porque a ella se le antoje…
-Joaquín, tranquilízate. No sabemos qué ha pasado. –Ella intentó acercarse a él, pero este se alejó y ella pensó que así era mejor.
-¿Qué ha pasado? Pues que tenemos una niña descarrilada, una violenta que va pegando a los profesores, que deja los estudios y encima no es capaz ni de encontrar un trabajo. Que vive a costa nuestra, se lo pagamos todo. Encima sale de fiesta, vestida como una fresca y vuelve con bombo… Y lo pago yo, todo lo pago yo. Mira… me voy y ya hablas tú con ella que yo no quiero saber nada. –Fue lo último que dijo antes de dar un portazo, resquebrajar el cristal de la puerta por el golpe e irse directo al bar.
-Cariño, tú no te preocupes, que tu padre es así pero…
-De verdad… No sé cómo lo aguantas… -Dije entre sollozos.
-Hija, somos una familia y tenemos que estar unidos en las buenas y en las malas. Tú tranquila que no pasa nada. Todo tiene solución y saldremos juntos de esta como hemos salido de otras. ¿Te cuento un secreto? A mí sí me hace ilusión ser abuela. Pero decidas lo que decidas siempre te apoyaré en todo.

-¡Es niño! ¡Niño! ¡Es un niño! ¡Qué alegría!
Pocas veces había visto a mi padre tan eufórico… A partir de ese momento se quiso encargar de hacer la habitación del niño y empezó a interesarse por nuestra salud.
-Papá. A mí me gustaría que la habitación fuera de tonos amarillos, naranjas y beige, con un mural de animalitos de la selva.
-¿Qué dices? La habitación azul y roja, con cohetes y marcianitos por todos lados. –Otra vez con lo mismo…
-Pero es que a mí no me gusta el azul…
-¿Y qué le vas a poner? ¿Rosa? ¿Para que sea una maricona? –Y se enfadó otra vez.
-Joaquín… Déjala. Que elija ella el color.
-Es un niño.
-¿Y qué? –Respondí indignada.
-Pues que el rosa es un color de niñas, no de niños.

Un tiempo después, Juanjo, que era el padre de mi bebé, conoció a mis padres y se vino a vivir a casa. Cuando se enteró de que estaba embarazada me presionó mucho para que abortara, decía que era una zorra, que era mentira y que si era verdad ese niño no era suyo porque yo me tiraba a todo lo que se movía. Sin embargo, cuando supo que el bebé era niño, quiso hacerse cargo de él. Al parecer a mi padre le encantó conocerlo y de repente entablaron una gran amistad. De la noche a la mañana eran como uña y carne. En parte me alegré, pero mi madre me dijo que tuviera cuidado porque eran tal para cual.

Pasaron los meses y ya era muy común que Juanjo viera el fútbol con mi padre o se marcharan juntos al bar. De hecho, cuando me puse de parto él no estuvo allí, sino borracho en el bar…
Los primeros meses con el bebé fueron los peores, el pequeño sufría unos cólicos terribles y Juanjo no paraba de quejarse y de pedirme que lo hiciera callar metiéndole una teta en la boca. La casa estaba patas arriba, todo descolocado, aunque mamá y yo nos pasábamos el día limpiando y recogiéndolo todo. Pero como si no hiciéramos nada. Por desgracia, la empresa en la que trabajaba Juanjo quebró.
-Puedo ir a buscar trabajo…
-¿Tú? Si no tienes ni estudios ni nada. ¿Para qué sirves? ¿Qué sabes hacer? No, ni hablar. Deja los asuntos serios a los hombres. Yo traeré el dinero a casa. Tú cuida del niño ese que no deja de llorar.
-Este niño es tu hijo, y tiene nombre…
-Eso dicen… Vete tú a saber… -Dijo en tono hiriente antes de marcharse de nuevo.

En realidad yo quería trabajar, me pasaba el día en casa, con mamá y el niño. Salir a comprar el pan era toda una excursión para mí… Había perdido todas mis amistades y ya no reconocía el reflejo que me devolvía el espejo: ojeras, pelo despeinado… Hasta arrugas me habían salido del estrés. Pero era imposible volver al mercado laboral, ¿quién se encargaría entonces del niño? Juanjo no sabía cambiar un pañal ni hacer un biberón, aunque yo le daba el pecho al pequeño Eyden.
Eyden tenía ya un añito, era un niño precioso, se parecía mucho a mí y sus ojos eran todo un reflejo de inocencia y felicidad. En realidad se portaba muy bien y era muy tranquilo, aunque los cólicos le ponían muy nervioso porque no le dejaban comer ni dormir ni hacer nada… Como a mí.

Pasaron los meses y ya se acercaba la fecha del segundo cumpleaños de Eyden. Yo quería organizarle un cumpleaños temático de “Dora la Exploradora”, que eran sus dibujos animados favoritos. Así que comencé a pedir la decoración por internet.
-¡Mira Juanjo! Ha llegado la decoración que pedí para el cumpleaños…
-Sí, muy bien. –Me interrumpió sin apartar la mirada de la pantalla.
-Pero si no la has mirado.
-Que si… Espera, ¿eso para quién es? –Preguntó cambiando la cara cuando por fin miró la decoración.
-Ya te lo dije, para Eyden.
-No, no, no, no. Su cumple será del Spiderman o algo de eso… -Afirmó rotundamente mientras volvía a mirar la pantalla en la que jugaba al videojuego.
-A él no le gustan los superhéroes… Le gusta Dora… o Peppa Pig… -Me atreví a decir con un hilo de voz.
-Eso son mariconadas de niñas. Deja de ponerle esas mierdas en la televisión. Me lo vas a malcriar.
-Es lo que le gusta… -¿Malcriar? Pero si es lo que le gusta al niño. Se lo pasa pipa con Dora, y encima también aprende inglés. Su personaje favorito es el monito Botas…
-No le gusta.  A mí me vas a decir lo que le gusta a mi machoncete. –Respondió con un tono de voz diferente.
-Si apenas estás con él...
-Para eso estás tú.
-Juanjo… -Ya estaba otra vez con lo mismo.
-No empieces y tira esa mierda a la basura.
¿Qué? Ni de coña voy a tirar estas monadas a la basura, me han costado un ojo de la cara y encima al niño le van a encantar, que lo sé yo.
-Me ha costado un pastón…
-Encima. Con mi dinero. Tócate los huevos. Pongo yo la pasta y tú compras mariconadas caras… -Dijo elevando la voz y soltando el mando para gesticular.
-Juanjo, ¿es que no te importa la ilusión de tu hijo?
-Mira… En primer lugar, si pago yo, decido yo. En segundo lugar, al niño le gusta lo que yo te diga. En tercer lugar, deja de ponerle dibujitos de mariconas. Y en cuarto lugar, tira eso a la basura ya. –Sentenció cogiendo de nuevo el mando de la televisión para subir el volumen.
-Te estás pasando.
-¿Qué me estoy pasando? Yo salgo todos los días a trabajar y traigo el dinero a casa. Me rompo los cuernos para que no les falte de nada. Y mientras tanto tú estás todo el día en casa, sentadita en el sillón, viendo la tele y tocándote el coño mientras tu hijo ve mariconadas. Así que no te atrevas a decirme ni una gilipollez más porque te corto el chorro. Que te gusta mucho a ti mamar de lo que trabajan los demás, gandula. –Se levantó del sillón, tiró el mando al suelo y empezó a gesticular violentamente mientras elevaba la voz.
-Yo quiero trabajar, no lo hago porque tú eres incapaz de cuidar a tu hijo. Ni siquiera sabes pronunciar bien su nombre. No sabes poner una lavadora, ni vestirlo, ni cambiarle el pañal, ni nada…
-Claro, porque si en casa te tocas el papo imagínate en un trabajo. No duras ni un asalto. Tú eres la madre, ¿no? Te abriste bien de patas vete tú a saber con quién y encima tuviste al engendrito y me lo encasquetaste. Claro que sí… Bueno sí, gilipollas no. Pues ahora a mamarla. ¿No querías niño? Pues ahí lo tienes. –Respondió entre risas y sarcasmos.
-¡No me hables así!
-Mamá, caca… -Interrumpió una vocecilla tomándome de la falda.
-Te hablo como me sale de los cojones, que para eso soy tu marido. –Dijo volviendo al sillón.
-Respétame.
-Mamá, caca nene… -Repitió la vocecilla mientras su manita me pellizcaba.
-Venga, cambia a tu hijo que es para lo único que sirves. Corre, corre.
-Cámbialo tú. –Respondí enfadada.
-Eyden, la guarra y gandula de tu madre no te quiere cambiar, si te mueres nadando en mierda, su culpa será. –Canturreó él.
-¡No le vuelvas a hablar así al niño! Y menos de mí.
-Mamá, caca… -Insistió el niño.
-¿Y qué me vas a hacer?
-¡Vete de casa! –Grité presa de los nervios.
-¡Qué miedo…! –Se burló él.
-Mamá, caca, nene, culo… -Empezó a lloriquear el pequeño.
-Te voy a denunciar. –Sentencié en un acto histórico de valentía.
-¿Denunciarme por qué?
-Por insultarme delante del niño y faltarnos el respeto…
-Jajaja, no me hagas reír… Mira, pedazo de zorra. No te atrevas a elevarme la voz. No te atrevas a amenazarme con denunciarme y no te atrevas a faltarme el respeto ni desobedecerme. Porque antes de que tramiten tu denuncia, estás desangrándote en el suelo y tu hijo al lado retorciéndose. Y no de cólicos. Y ahora corre, vete a cambiarle el pañal al engendrito. –Gritó gesticulando violentamente y cogiendo un cuchillo de la cocina para apuntarme con él y luego volver al salón.

En ese momento algo en mi interior se desató y dejé de ser consciente de lo que hacía. Simplemente cogí al niño en volandas, le cambié el pañal a la velocidad de un rayo, lo vestí, cogí sus cosas imprescindibles y busqué mi móvil por todas partes. Mierda. Estaba en el salón… Volví al salón y cogí el móvil.
-¿Qué haces?
-Nada.
-¿Cómo?
-Sólo he cogido mi móvil.
-Te has cambiado de ropa. ¿A dónde vas? –Insistió él.
-A comprar compotas. –Respondí en voz baja.
-Pues llévate al niño.
Subí de nuevo a la habitación y cerré sin hacer ruido. Entonces marqué el número de mi madre. Mis padres no estaban en casa porque habían salido al centro comercial con unos amigos y, aunque insistieron en que fuera con ellos, yo quise quedarme en casa para salir al parque con Juanjo y Eyden. Pero Juanjo no nos dejó. Mi madre no lo cogió, así que tuve que dejarle un mensaje en el contestador…
-Mamá, soy yo. Oye… ¿Van a tardar mucho en volver? Es que Juanjo ha discutido conmigo y está un poco alterado y yo… No quiero estar sola aquí con el niño porque tengo miedo…
-¿¡Miedo!? ¿Tienes miedo? –Gritó Juanjo abriendo la puerta de una patada y desencajándola del marco.
Eyden se asustó y empezó a llorar con mucha ansiedad mientras yo lo abrazaba.
-¡Cállate, cojones! O te callo a ostias. –Le gritó al niño.
-No… Espera, por favor. No le hagas nada. –Supliqué mientras intentaba lograr que la pared me absorbiera.
-¿De qué tienes miedo? ¿De mí? Así me gusta, que te comportes como debe ser… -Dijo burlándose en tono amenazante. Tenía el cuchillo en la mano y el puño cerrado…
-Espera, no me hagas nada. Por favor, yo… yo te quiero. No quería decir eso… Pero no me gusta verte enfadado…
-¿Quieres verme feliz? Pues chupa aquí, zorra. –Gritó agarrándose el paquete.
-¿Por qué me tratas así?
-Es lo que te mereces. Anda cállate un rato y vamos a la cama. Venga guapa, hazme un favor. –Me agarró del brazo y quiso llevarme al dormitorio.
-No, no quiero, suéltame. El niño está delante… -Dije zafándome de su brazo.
-Me tienes harto. Ni para eso sirves. Me sobras. –Dijo soltándome violentamente.
-Oye, si sigues tratándome así prefiero no estar contigo…
El niño seguía llorando como un desquiciado.
-¿Qué dices?
-Que te dejo. –Creo que sonó más alto y rotundo de lo que yo pensé.
-¿Sí? Pues si no estás conmigo no estás con nadie. ¿Lo sabes, no?
-Yo estaré con quien quiera. Mejor sola que mal acompañada. –Ya no sabía lo que estaba diciendo, igual me estaba pasando…
-Tú estarás conmigo. Mejor muerta que dando el coñazo. –Volvió a acercarse a mí con el cuchillo en la mano y de repente apuntó al niño.
-Mamá… “Moutro”… -Dijo la vocecilla temblando de miedo e intentando esconderse bajo mis brazos.
Mis mejillas estaban empapadas de lágrimas y ya no sabía por dónde podía escapar.
-¿Qué dices? ¿Qué haces?

La puerta de la entrada principal se abrió y yo me alivié tremendamente. Creo que llegué a sonreír y eso no le gustó nada a Juanjo, que volvió a dirigirse a mí.
-¿Te ríes? No te salvarán ni tus papás. Tú no me vas a torear más.
Fue lo último que dijo Juanjo antes de asestarme 11 puñaladas en el abdomen. Los gritos alertaron a mis padres, que subieron corriendo al segundo piso y descubrieron a Juanjo intentando tirarse por la ventana con Eyden. Por suerte lo pararon a tiempo y salvaron al niño, que lo había presenciado absolutamente todo y respiraba con dificultad mientras miraba extrañado sus manos y su ropa ensangrentadas.

Yo aún respiraba pero sentía que el aire me faltaba y era incapaz de adivinar lo que pasaba.
Llegué a escuchar la sirena de la policía y las ambulancias y alguien me gritaba continuamente “tranquila, aguanta”.
Quise decirles que estaba embarazada, pero los párpados me pesaban y entonces cerré los ojos derramando mil lágrimas por no ser capaz de aguantar, por ser una floja, por hablar más de la cuenta, por provocar a la gente, por ser mala madre, por ser mala hija, por ser mala esposa, por ser mala, por no estudiar, por no trabajar, por Eyden, por no luchar por él, por no saber qué pasaría con él y ser incapaz de cuidarle y protegerle como le prometí el día en que nació y lo cogí en brazos por primera vez...

Al día siguiente me nombraron como una simple cifra más en el telediario, no recuerdo que dijeran mi nombre y ni siquiera dijeron que estaba embarazada y era madre de un niño que no llegaba a los dos años de edad…
En mi entierro Juanjo tuvo la poca vergüenza de aparecer fingiendo estar muy afectado y negándolo todo con excusas baratas. Aunque muchas personas le increparon y los vecinos no le creyeron.

No sé mucho más. Creo que Juanjo amenazó a mi padre con matar a mi madre y a Eyden si le denunciaba y declaraba contra él en el juicio. Logró la custodia del niño y cobrar una pensión de viudedad durante 3 meses, hasta que mis padres demostraron que él era mi asesino y lograron adoptar a mi hijo unos años después. El niño no volvió a pronunciar una sola palabra más, sufrió un fuerte shock postraumático, desarrolló trastorno de ansiedad y déficit de atención y llegaron a creer que era autista.
Pero nunca lo consideraron víctima de violencia de género, a pesar de ser huérfano por la violencia de género.

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