Hace alrededor de tres meses
todos fuimos testigos de una polémica noticia: una mujer de 64 años se acababa
de convertir en madre de gemelos.
Esta noticia desató la polémica:
muchas personas criticaron a la mujer porque se trataba de una persona mayor y
llegaron a decir que había un alto riesgo de que dejara huérfanos a sus
pequeños y que no estaba capacitada para criarlos; otras personas alabaron su
valentía y afirmaron que no había una edad determinada para ser madre y que
cada uno era libre de hacer lo que quisiera.
Ahora esta mujer ha vuelto a
salir en las noticias. Le han quitado la tutela de sus bebés.
¿Por qué?
Al parecer, la decisión se ha
tomado tras comprobar que se había incumplido un "requisito
fundamental" de los compromisos que la madre adquirió a la salida del
hospital. Según Marian Paniego, gerente de Servicios Sociales de la Junta de
Castilla y León, la mujer se comprometió a participar en un programa de
intervención familiar para garantizar que los niños tuviesen cubiertas sus
necesidades básicas y estuviesen seguros. Ahora se interpreta que los niños
podrían estar en riesgo al existir indicadores de desprotección importantes.
Los menores, que nacieron por cesárea el pasado mes de febrero, se encuentran
en estos momentos bajo la tutela de la Junta de Castilla y León. Asimismo, la
mujer, que se sometió a un tratamiento de fecundación 'in vitro' en Estados
Unidos, tiene otra hija cuya tutela también le fue retirada hace seis años.
Ante esta información no puedo
evitar preguntarme: ¿Existe una edad ideal para convertirse en mamá?
Rotundamente no.
El hecho de que una mujer tenga
33 años y otra tenga 14 o 64 años no significa que una sea mejor madre que
otra. Puede que existan ciertos riesgos evidentes para los pequeños, que varían
en cada caso dependiendo de factores como la situación socio-económica. Incluso
hay factores biológicos que pueden influir, como el estado de salud, tanto a
nivel físico como psicológico, que se tiene para afrontar el embarazo y la
maternidad. Sin embargo, es evidente que la edad no es un factor determinante
por el cual se pueda concluir que una persona puede o no convertirse en madre.
Existen mujeres que han tenido hijos a la “edad ideal” para ello y que son
incapaces de criar a sus pequeños de forma óptima, así como mujeres menores de
edad que se han convertido en excelentes progenitoras.
¿Entonces, cuál es la clave para
saber cuándo convertirse en madre?
La clave es la madurez. No se
trata de la edad que se tenga, sino de la responsabilidad y la madurez de cada
persona. Se trata de su estado mental y de lo preparada que esté física y
psicológicamente para afrontar la maternidad.
Cada caso es un mundo, no hay dos
niños iguales, como no hay dos padres ni dos familias iguales, las condiciones
y los factores de cada caso son absolutamente diferentes y eso no es cuestión
de edades.
Hay personas que no son
responsables y que no están capacitadas para cuidar a un bebé porque tienen
algún tipo de trastorno o simplemente porque no tienen la madurez necesaria
para encargarse de otra persona y renunciar a ciertas cosas asumiendo una serie
de sacrificios.
Todo el mundo tiene la libertad
de ofrecerle fresas para merendar a un bebé de dos años, aun sabiendo que no es
recomendable hacerlo antes de los tres años por riesgo de alergia.
Todo el mundo tiene la libertad
de ofrecerle manises a un bebé de tres años, aunque no se recomienda
introducirlos hasta los seis años por riesgo de asfixia.
Todo el mundo tiene la libertad
de no llevar a sus hijos al médico aunque estén una semana con fiebres altas,
aun sabiendo que existe riesgo de síncope febril.
Todo el mundo tiene la libertad
de no vacunar a sus hijos y de exponer su salud a un grave riesgo.
Cada madre y cada padre es libre
de tomar las decisiones que crea oportunas con respecto a la salud y la
educación de sus hijos, pero eso no es cuestión de edades sino de asumir
ciertas responsabilidades.
Se trata de la manera de ser de
cada uno, de sus cuestiones ideológicas y de un sinfín de factores que
influirán de forma inevitable en las decisiones que se tomen.
Ante una perreta, los padres
tienen varias opciones y una de ellas es darle al pequeño dos fuertes
cachetones. Dejando de lado las cuestiones éticas y legales que enmarcan esta
hipótesis, el hecho es que no importa si se tiene 14, 33, 64 o 100 años,
cualquiera puede ser un progenitor nefasto si le pone la mano encima a su hijo
y en eso la edad no es un factor determinante.
Un niño debe crecer en un entorno
adecuado y tener una serie de necesidades cubiertas para garantizar su
bienestar, su seguridad y su integridad social. Lo cual es tan importante como
desarrollarse y disfrutar de su infancia en un entorno agradable, recibiendo un
trato óptimo y gozando del cariño, la empatía y el amor de sus padres.
Con 12, 30 o 70 años, el mayor
regalo que le puedes hacer a tu hijo es darle el don de la paciencia y el amor.
Tratarlos con amor y paciencia les enseñarán a manejar sus propias emociones y
a desarrollarse en un entorno más favorecedor y más tranquilo. No olvidemos que
nos tienen a nosotros como ejemplo y que en un futuro actuarán como les
eduquemos.
Es posible que una chica de 13
años desee convertirse en madre, aunque no haya terminado aún sus estudios y no
tenga un trabajo estable, porque tiene la suerte de contar con un fuerte apoyo
familiar y disfruta de unas buenas condiciones socio-económicas que le permiten
criar a su hijo garantizando que tendrá todas las necesidades cubiertas y que
crecerá en un entorno de felicidad.
Asimismo, es posible que una
mujer de 33 años, que tiene un trabajo estable, coche, casa y cuyas condiciones
económicas sean idóneas para convertirse en madre, no sea capaz de criar a un
bebé porque sufre una fuerte adicción a las drogas, algún tipo de depresión o
porque vive en un ambiente familiar desestructurado, por ejemplo.
A menudo escucho comentarios como
el hecho de que una chica menor de 18 o 20 años que se ha convertido en madre
es una auténtica irresponsable. ¿Por qué? ¿Por qué no ha seguido la línea
temporal impuesta de terminar sus estudios, encontrar un trabajo, comprarse un
coche y una casa, casarse y luego formar una familia a los 30 o 40 años? Me
parece un argumento vacío y sin sentido. Una chica de 16 años puede estar
perfectamente preparada y capacitada para compaginar el papel de madre, con el
de pareja, con el de hija, con el de estudiante y con el de trabajadora. Eso no
depende de la edad, sino de su madurez, de su forma de ser y de la voluntad que
tenga para luchar por su bebé. Aunque por supuesto, hay otros factores que
también influyen y que muchas veces están fuera de nuestro control.
No es cuestión de edades, existen
innumerables factores que influyen en el bienestar y en la felicidad de un
niño. En cualquier caso, a los 13, a los 33 o a los 64 años, una puede ser
madre y lo único que debe importarle es la felicidad de sus hijos y no el qué
dirán los demás.
Con este artículo no tengo
ninguna intención de criticar o defender a esta mujer que se ha convertido en
madre a los 64 años, porque no conozco su caso ni su situación personal y no
soy nadie para juzgarla. Sólo espero que las autoridades e instituciones
competentes realicen su trabajo con el único objetivo de asegurar un buen
futuro a esos pequeños. Porque son niños inocentes y lo único que necesitan es
disfrutar de una infancia feliz con una familia que les cuide y les brinde todo
el amor que merecen.
Fuentes consultadas:
Artículo de opinión publicado el 21 de abril de 2017 en el periódico Tacoronte dgital.
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