Sentiversos: febrero 2018

23 febrero 2018

Los videojuegos y la violencia

Siempre ha estado en tela de juicio el asunto de los videojuegos, su uso, su abuso y sus consecuencias.
Respecto a esto, parece que existe una especie de prejuicio social que dictamina que los videojuegos son nocivos para la salud y que la persona que tiene este pasatiempo tiende a ser agresiva, violenta y que no tiene demasiados amigos. Al menos eso es lo que se dice bajo la ignorancia.

Pero yo me pregunto, ¿es tan nocivo un videojuego? ¿más que una película de acción y violencia sangrienta?

Yo era una de esas personas que pensaba que los "gamers" o las personas aficionadas a jugar en una consola eran frikis que no se relacionaban con nadie y que estaban todo el día sentados en casa, a oscuras, en una habitación pegados a la pantalla y con los dedos dándole frenéticamente a los botoncitos.
Realmente no sabía nada sobre videojuegos (y no es que en la actualidad sea una experta), pero ya tenía implementado ese prejuicio de que los videojuegos eran muy muy malos y, sobre todo, era cosa de niños pero no de niñas.
La única consola que ha caído en mis manos hasta hace muy pocos años ha sido mi GameBoyAdvance de Nintendo. En la que jugaba a los Sims y a los Pokémon (unos gráficos de escándalo). Aunque más tarde me pasé a los Sims en pc y la cosa mejoró bastante (qué vicio).

Gracias a mi actual pareja, aficionado a los videojuegos y entendido en la materia, empecé a sentir curiosidad por este mundillo. Y oye, cuando coges el mandito y te adentras en un juego interesante, la cosa puede ser aún mejor que leer un buen libro.

He descubierto que los videojuegos son todo un arte, un arte poco valorado por gran parte de la sociedad. Se trata, en muchos casos, de una historia (como las que cualquiera puede encontrar en una librería), pero a parte de leer (diálogos, narraciones, etc.) tú mismo tienes el control del personaje principal o de otros protagonistas de dicha historia y, a veces, en función de tus decisiones y acciones, el desenlace puede ser uno u otro. Lo cual es absolutamente cautivador. Es maravilloso saber que hay varios finales posibles y que en tus dedos está la clave.

Hay muchos tipos de juegos, y yo antes no entendía nada cuando escuchaba a los gamers hablar sobre juegos exclusivos o multiplataforma, juegos de rol, arcade, shooter, etc. Y es que hay todo un lenguaje gamer alrededor de este maravilloso mundo.

Ser gamer es un estilo de vida y creo que hay diferentes grados: desde la persona que juega de vez en cuando para pasar un buen rato por puro hobbie (como yo), hasta el experto que llega a convertir su hobbie en su trabajo (como muchos traductores de videojuegos, localizadores, dobladores, guionistas, testeadores, etc.).

Hay juegos violentos, sí. Sin ir más lejos, el GTA es uno de ellos. Un juego que en su momento obtuvo gran fama por no estar traducido (no doblado, sino subtitulado) y por las escenas de violencia callejera que representaba. Robar coches, pelearse con cualquiera, huir de la justicia, son algunas de las perlitas que podemos ver en este juego.

Sin embargo, tiene su historia y hay personas a las que les encanta este juego. En su momento lo probé y me divertí mucho intentando conducir correctamente sin saltarme ni un stop durante unos segundos para luego estampar el coche en todas partes (¿quién no lo ha hecho?).
Para gustos colores, y juegos. Los hay de todo tipo, desde historias cortas y fáciles hasta interminables sagas con numerosos niveles y diferentes grados de dificultad.

Y así como hay juegos violentos en los que tienes que coger armas y disparar a monstruos, personas, animales, zombies o extraterrestres, también hay juegos educativos, orientados para distintas edades y cuyo objetivo es lograr que el niño (o el adulto) al que va dirigido aprenda ciertos contenidos (matemáticas, lenguaje, historia, idiomas, etc.).
También existen juegos psicológicos y terroríficos que ponen a prueba tu capacidad de análisis y de toma de decisiones.

Siempre he querido jugar a títulos como Beyond dos almas, Heavy Rain, God of War o The Last Of Us, pero aún no he tenido el placer.

¿A qué juego yo? 
Pues títulos principales son la saga Halo y la saga Gears Of War. Jugué la historia de Halo en modo cooperativo con mi pareja y me encantó aunque  actualmente por cuestiones de tiempo prefiero jugar de vez en cuando alguna partida social en el Gears Of War para pasar el rato.

No soy una experta, no conozco muchos aspectos de los videojuegos y sé que este mundo es tan grande que hace falta mucho tiempo y mucha práctica para enterarse un poco y saber desenvolverse.
A pesar de todo ello, me gustan los videojuegos y considero que una persona aficionada a este pasatiempo no tiene porque ser violenta o desarrollar actitudes violentas. Creo que se trata de un mero prejuicio que no está demostrado y que, como todo en esta vida, jugar puede ser positivo en su justa medida y aportar muchas cosas positivas.

Los extremos son malos, como en cualquier ámbito y tampoco es cuestión de dar de lado a tu vida social real y a tu familia y entorno para estar horas y horas y horas frente a la pantalla.
De una cosa no hay duda: la industria está en auge, cada vez son más los que se adentran en este maravilloso mundo y se mueven cantidades estratosféricas de dinero. En la producción y el lanzamiento de un videojuego se puede invertir y ganar más dinero incluso que en algunas películas de gran éxito.

Hay muchos procesos interesantes en la creación de un videojuego, desde la idea de su creador hasta el ingenio del guionista, pasando por todos esos programadores que hacen un trabajo alucinante y, cómo olvidarme, de mis admirados traductores y localizadores, que son claves en muchos casos para que el lanzamiento  y la aceptación del juego sea todo un éxito.

Como futura traductora este área profesional me llama mucho la atención y he realizado varios cursos relacionados con el tema que me han resultado de gran utilidad para aprender nuevas cosas. Ojalá en el futuro tenga la oportunidad de poder traducir el guión, los diálogos o la interfaz de algún videojuego, creo que sería una experiencia apasionante y alucinante en la que podría desarrollar mi ingenio y creatividad.

Hasta entonces, seguiré aprendiendo nuevas cosas con el mando entre mis manos.

Fuente de la iamgen: 3D juegos.



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15 febrero 2018

Yo y San Valentín


Ayer fue 14 de febrero, esa fecha tan singular que muchas mujeres tienen marcada en el calendario y que muchos varones tienen apuntada en el móvil, no se les vaya a olvidar.
Así que, como es de esperar, las redes sociales se llenaron de fotos en las que las chicas lucían joyas nuevas, hermosos ramos de flores, globos en forma de corazón, algún peluche adorable y alguna deliciosa caja de bombones. Todo para demostrar a los demás cuánto les quiere su pareja y lo romántica que es esa persona al acordarse de esta fecha tan singular.

Sinceramente, reconozco que hace años, cuando disfrutaba de mi adolescencia, me causaba cierta emoción, intriga e ilusión eso del día del amor, esperaba algún regalo o alguna carta inesperada en la que alguien me piropeara y se me declarara...

Afortunadamente, fui creciendo como mujer y como persona y fui abriendo los ojos al mundo real. En la actualidad, gracias a mi mente crítica y a mi conocimiento general del mundo que me rodea puedo afirmar que el día de San Valentín es una fecha utilizada por el sector empresarial en particular y por la sociedad y el mundo capitalista en general como una estrategia de marketing y publicidad cuyo único objetivo es obtener beneficios económicos a través de una enorme campaña en la que se instaura la ideología romántica y el pensamiento de que esa fecha uno debe recibir y dar algún tipo de regalo para demostrar su amor.

A las mujeres nos han inculcado desde pequeñas, en esta sociedad machista y patriarcal, que el día de San Valentín debemos ponernos muy guapas, ir bien peinadas, bien vestidas y bien maquilladas y esperar que nuestra pareja nos regale una rosa y una caja de bombones y nos invite a cenar a un lujoso restaurante. Si no tenemos pareja debemos esperar alguna carta misteriosa de algún admirador secreto que quiere declararse y conquistar nuestros corazones.

¿Y si no ocurre nada? ¿Y si nuestra pareja se olvida o no recibimos la intrigante misiva?
En ese caso debemos enfadarnos con nuestra pareja, “¿cómo se ha podido olvidar del día más romántico y especial del año? ¿Por qué no me ha invitado a un restaurante para disfrutar juntos de nuestro amor incondicional? ¿Es que ya no me quiere? ¿Cómo puedo significar tan poco para él? ¿Cómo puede ser tan poco romántico?”

En caso de que seamos solteras tenderemos a pensar que somos feas, desdichadas, no merecedoras de amor verdadero, de cariño, de romanticismo… Nos quedaremos solas para siempre, tristes e infelices, criando gatos en casa…

Yo no soy soltera, desde hace 8 años tengo una pareja, o un compañero en este viaje que es la vida, que me trata estupendamente, como me debe tratar, como me merezco, y no, no celebramos San Valentín.

No cenamos en ningún restaurante, no nos hacemos regalos como flores, bombones, peluches, joyas, etc. y no llenamos nuestra casa de velas aromáticas y pétalos de rosa para ver una película romántica acurrucados en el sofá de casa.
Y eso no significa que nos queramos ni más ni menos, ni que seamos más o menos románticos.

Ambos consideramos que esta fecha es, como el Día de la Madre, el Día del Padre, Halloween, el Black Friday y alguna más, una estrategia cuya finalidad es el consumo de diversos productos con el objetivo de producir beneficios económicos a las empresas.

El hecho es que en la mayoría de estas fechas lo indicado es dar y recibir algún regalo material o salir a algún restaurante y gastar dinero fuera de casa para promover la economía. Si no hay consumo no hay economía y no hay avance, por tanto, hay que idear estrategias consumistas para que se pueda perpetuar el mundo capitalista que tantos beneficios proporciona a una pequeña minoría que gobierna este mundo dado el poder adquisitivo que posee.

No creo que el mero hecho de que sea 14 de febrero justifique tal locura.
También existe el día de la Tierra y no veo que nadie se vuelva loco por plantar arbolitos, reducir la contaminación, limpiar los mares y hacer un consumo sostenible de los recursos naturales.

Considero que uno no necesita ninguna excusa para regalar algo a quien quiere. Si yo realizo un regalo es porque quiero, porque puedo, porque me apetece en ese momento y en ese día, sea el día que sea.

Me da igual si no es Navidad, si no es San Valentín, si no es el día del padre o de la madre, su cumpleaños, nuestro aniversario, el día de su graduación, su santo o lo que sea. Me da igual si no hay un motivo más allá del hecho de que le quiero, siento aprecio por esa persona y me apetece tener un detalle con él/ella.

Con todo lo dicho, no pretendo ofender ni juzgar a aquellas personas que tienen una opinión contraria a la mía y que viven el 14 de febrero como el día del amor en el que su mayor ilusión es dar o recibir regalos y tener citas románticas con sus parejas. Eso es perfectamente comprensible y respetable, aunque yo no lo comparto ya que considero que cualquier día es especial e importante y cualquier momento es perfecto para pasar tiempo en buena compañía y disfrutar de cualquier acto romántico con las personas que queremos.

Viva el amor los 365 días del año.



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