Ayer fue 14 de febrero, esa fecha
tan singular que muchas mujeres tienen marcada en el calendario y que muchos
varones tienen apuntada en el móvil, no se les vaya a olvidar.
Así que, como es de esperar, las
redes sociales se llenaron de fotos en las que las chicas lucían joyas nuevas,
hermosos ramos de flores, globos en forma de corazón, algún peluche adorable y
alguna deliciosa caja de bombones. Todo para demostrar a los demás cuánto les
quiere su pareja y lo romántica que es esa persona al acordarse de esta fecha
tan singular.
Sinceramente, reconozco que hace
años, cuando disfrutaba de mi adolescencia, me causaba cierta emoción, intriga
e ilusión eso del día del amor, esperaba algún regalo o alguna carta inesperada
en la que alguien me piropeara y se me declarara...
Afortunadamente, fui creciendo
como mujer y como persona y fui abriendo los ojos al mundo real. En la
actualidad, gracias a mi mente crítica y a mi conocimiento general del mundo
que me rodea puedo afirmar que el día de San Valentín es una fecha utilizada
por el sector empresarial en particular y por la sociedad y el mundo
capitalista en general como una estrategia de marketing y publicidad cuyo único
objetivo es obtener beneficios económicos a través de una enorme campaña en la
que se instaura la ideología romántica y el pensamiento de que esa fecha uno
debe recibir y dar algún tipo de regalo para demostrar su amor.
A las mujeres nos han inculcado
desde pequeñas, en esta sociedad machista y patriarcal, que el día de San
Valentín debemos ponernos muy guapas, ir bien peinadas, bien vestidas y bien maquilladas
y esperar que nuestra pareja nos regale una rosa y una caja de bombones y nos
invite a cenar a un lujoso restaurante. Si no tenemos pareja debemos esperar
alguna carta misteriosa de algún admirador secreto que quiere declararse y
conquistar nuestros corazones.
¿Y si no ocurre nada? ¿Y si
nuestra pareja se olvida o no recibimos la intrigante misiva?
En ese caso debemos enfadarnos
con nuestra pareja, “¿cómo se ha podido olvidar del día más romántico y
especial del año? ¿Por qué no me ha invitado a un restaurante para disfrutar
juntos de nuestro amor incondicional? ¿Es que ya no me quiere? ¿Cómo puedo
significar tan poco para él? ¿Cómo puede ser tan poco romántico?”
En caso de que seamos solteras
tenderemos a pensar que somos feas, desdichadas, no merecedoras de amor
verdadero, de cariño, de romanticismo… Nos quedaremos solas para siempre,
tristes e infelices, criando gatos en casa…
Yo no soy soltera, desde hace 8
años tengo una pareja, o un compañero en este viaje que es la vida, que me
trata estupendamente, como me debe tratar, como me merezco, y no, no celebramos
San Valentín.
No cenamos en ningún restaurante,
no nos hacemos regalos como flores, bombones, peluches, joyas, etc. y no
llenamos nuestra casa de velas aromáticas y pétalos de rosa para ver una
película romántica acurrucados en el sofá de casa.
Y eso no significa que nos
queramos ni más ni menos, ni que seamos más o menos románticos.
Ambos consideramos que esta fecha
es, como el Día de la Madre, el Día del Padre, Halloween, el Black Friday y
alguna más, una estrategia cuya finalidad es el consumo de diversos productos
con el objetivo de producir beneficios económicos a las empresas.
El hecho es que en la mayoría de
estas fechas lo indicado es dar y recibir algún regalo material o salir a algún
restaurante y gastar dinero fuera de casa para promover la economía. Si no hay
consumo no hay economía y no hay avance, por tanto, hay que idear estrategias
consumistas para que se pueda perpetuar el mundo capitalista que tantos
beneficios proporciona a una pequeña minoría que gobierna este mundo dado el
poder adquisitivo que posee.
No creo que el mero hecho de que
sea 14 de febrero justifique tal locura.
También existe el día de la
Tierra y no veo que nadie se vuelva loco por plantar arbolitos, reducir la
contaminación, limpiar los mares y hacer un consumo sostenible de los recursos
naturales.
Considero que uno no necesita
ninguna excusa para regalar algo a quien quiere. Si yo realizo un regalo es porque
quiero, porque puedo, porque me apetece en ese momento y en ese día, sea el día
que sea.
Me da igual si no es Navidad, si
no es San Valentín, si no es el día del padre o de la madre, su cumpleaños,
nuestro aniversario, el día de su graduación, su santo o lo que sea. Me da
igual si no hay un motivo más allá del hecho de que le quiero, siento aprecio
por esa persona y me apetece tener un detalle con él/ella.
Con todo lo dicho, no pretendo
ofender ni juzgar a aquellas personas que tienen una opinión contraria a la mía
y que viven el 14 de febrero como el día del amor en el que su mayor ilusión es
dar o recibir regalos y tener citas románticas con sus parejas. Eso es
perfectamente comprensible y respetable, aunque yo no lo comparto ya que
considero que cualquier día es especial e importante y cualquier momento es perfecto
para pasar tiempo en buena compañía y disfrutar de cualquier acto romántico con
las personas que queremos.
Viva el amor los 365 días del año.
Yo y San Valentín by Laura Zerpa Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en https://sentiversos.blogspot.com.es/.
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