Sentiversos: febrero 2017

15 febrero 2017

No es país para niños

Antes de convertirme en madre sabía que en este país hay ciertos límites, prejuicios e injusticias para con las madres y los padres. Sabía que España es un país de población envejecida y que en otros lugares se proporcionan muchas más ayudas para los padres. 
Sin embargo, nunca imaginé que todo lo que sabía no constituía ni la mínima parte de lo que en realidad es, hasta que fui madre, joven, estudiante y sin trabajo.

Me di cuenta de que éste no es un país para niños desde el día en el que nació mi bebé, incluso antes, con situaciones tan simples como ir en una guagua abarrotada y ver que absolutamente nadie se dignaba a cederme el asiento. Pero, como iba diciendo, el día en el que mi bebé nació me enteré por pura casualidad de que a otras madres, ingresadas en otras plantas, les habían proporcionado dos canastillas con productos para sus bebés a modo de regalo. por parte del propio materno. Inmediatamente fui, con mi compañera de habitación a reclamar mis dos canastillas, y mi sorpresa fue que la enfermera se comportó como si ella misma las pagara, como si yo le estuviese pidiendo que me diera algo a lo que no tenía derecho, tanto fue así que intentó darme sólo una, en vez de las dos que me correspondían como al resto de pacientes. Se trata de unas canastillas que se regalan de forma estándar en el materno, para todo el mundo, a modo de detalle por el nacimiento de un bebé. Por eso no entiendo cómo es posible que algunas enfermeras muestren una actitud tan antipática y tacaña cuando solo se trata de un mero detalle y ni siquiera es algo del otro mundo.

Pero eso no es todo, cuando me quedé embarazada decidí hacer un parón en mi carrera universitaria, y no es que me dieran demasiadas opciones y facilidades para poder solucionar la situación de forma factible, no podía seguir la carrera a distancia y la única solución era parar durante un año entero a mitad del segundo año de carrera. Descubriría más injusticias cuando comencé a cobrar una ayuda llamada PCI. Se trata de una ayuda económica mensual que pretende ayudar a las familias sin ingresos, sin embargo, no ingresan el dinero en una fecha determinada y fija, ni a la misma vez en todos los bancos. Si eres de un banco determinado cobrarás antes o después que los demás, no puedes planificar cada mes porque no sabes cuándo vas a cobrar exactamente ya que te pueden ingresar el dinero del día 28 al día 10. Para una familia que sólo depende de esa ayuda en exclusivo, esto es un riesgo ya que no ofrece ninguna estabilidad, por no hablar de que es una cantidad ridícula si tenemos en cuenta el gasto de agua, luz, gasolina, transporte, comida, medicinas, productos de limpieza e higiene, etc. que gastamos mensualmente, a parte de los gastos que supone un bebé. La cantidad no llega a rozar los 600 euros mensuales, y si a esos gastos hay que sumar otros como la hipoteca o el alquiler, resulta inútil. La ayuda dura dos años, pero hay que renovarla dos veces, una a los 12 meses y otra a los 6 meses del segundo año de cobro. Sin embargo, por muy pronto que la renueves y presentes los documentos pertinentes para evitar quedarte un mes o dos sin cobrar, eso no depende de ti, y puede ocurrir, que, como en mi caso personal, el mes de diciembre no tengas ni 4 euros en la cuenta. Lo que incluye que no tienes con qué comer, sin hablar de las fechas tan señaladas que son, sobre todo con niños tan pequeñitos en casa.
Esto me parece absolutamente injusto, dado que al final, la familia tendrá que recurrir a opciones como pedir ayuda económica a los familiares u amigos, con los conflictos que ello puede traer; pedir un crédito, con los problemas que esto acarrea en el futuro; o incluso desarrollar la economía sumergida a falta de encontrar un trabajo en los duros tiempos que corren, con el riesgo que esto conlleva. Al final el resultado es que se viven situaciones desesperantes y realmente injustas.

¿Y las medicinas?
Pues es un hecho absolutamente indignante que, mientras cobramos la PCI o estamos percibiendo algún otro tipo de ingreso no tengamos que pagar absolutamente nada en cuanto a las medicinas, pero cuando la dejamos de cobrar, enseguida nos cambian el perfil en la Seguridad Secial y tenemos que pagar un gran porcentaje del coste de medicinas. Nosotros llegamos a hablar con el personal de la Seguridad Social y nos confirmaron que el sistema es así. Es ridículo e injusto. Cuando cobras, no pagas. Cuando no cobras, sí pagas. El mundo al revés.

¿Existe una conciliación real entre la vida laboral o académica y la familiar?
No. Rotundamente no. He comprobado personalmente cómo en la universidad no te permiten faltar a clase o aplazar algún examen si tienes que acudir al médico con tu hijo, si éste está enfermo o, incluso si el motivo es un nacimiento o una intervención. Algunos profesores ponen mala cara y se comportan como si te estuvieran haciendo un favor al que realmente no tienes derecho. A algunos profesores realmente les cuesta justificar las faltas y alegan que no es su obligación y que ese motivo no está recogido en la normativa. No se facilita a los alumnos una flexibilidad entre la carga de trabajo académico y el estudio y la vida familiar o el simple tiempo libre del alumno. En casa, con un bebé que tiene fiebre, molesto y que no deja de llorar, es absolutamente imposible concentrarse para poder estudiar o siquiera escribir una mera oración, sea en el ámbito que sea. Muchos profesores no tienen esto en cuenta y no muestran ni un ápice de empatía, tanto que incluso pueden llegar a suspenderte la asignatura alegando faltas y demás factores.
También existen empresas, por no decir la mayoría de ellas, en las que se dan situaciones de discriminación a las mujeres que entran en el rango de ser madres. Situaciones como malas miradas, coacción, amenazas e incluso despidos improcedentes por el mero hecho de quedarte embarazada, pedir una baja de maternidad, o pedir una reducción de jornada para poder dar el pecho a tu bebé. Se dan casos tan extremos en los que los contratos estipulan un compromiso por parte de la empleada en la que ella se compromete a no tener hijos en el tiempo que dure el contrato. También hay entrevistas en las que te descartan en el momento que dices que eres madre, e, incluso, te realizan preguntas de índole personal como si tienes pareja, si tienes hijos y si piensas tener hijos a corto plazo. Cosa que yo considero irrelevante puesto que la vida profesional y la vida personal no tienen porqué estar en conflicto.

Vivimos en un país en el que se persigue al bebé que llora desesperadamente por hambre y se castiga a la madre que enseña el pecho al alimentar a su hijo. Vivimos en un país en el que las escuelas infantiles públicas brillan por su ausencia en muchos municipios y ofrecen menos ayudas que las privadas, dada su mala gestión. No se facilita en absoluto un horario flexible para que los padres puedan conciliar la vida laboral o académica con la familiar. Un bebé requiere tiempo, esfuerzo y supone mucho trabajo, y aparte de la atención a los hijos, hay que tener en cuenta el tiempo libre y las tareas de casa, entre otras cosas.

Un bebé llorando en cualquier lugar público molesta terriblemente, no se le permite disfrutar de su infancia y su inocencia, no se le permite desarrollar su creatividad y se le manda a callar. 
Se les impone unas costumbres totalmente sexistas incluso antes de nacer: niños azul, niñas rosa. Niños dibujos de acción, niñas dibujos de princesas. Los niños nunca lloran y son campeones, las niñas son sensibles princesitas. Los niños juegan con camiones y armas, y las niñas juegan con cocinitas y muñecas. Todas estas actitudes conllevan a que un niño llegue a tener miedo y vergüenza de pedir una muñeca a los Reyes Magos y que a una niña se le diga que es una "machona" por pedir un camión a los Reyes Magos. Esto es sexismo y a la larga se traduce en machismo y violencia de género, lo cual es una lacra para nuestra sociedad y no nos permite avanzar.

Este no es país para niños, aquí las ayudas a las madres sólo se conceden si la mujer trabaja. Las ayudas para las escuelas infantiles solo se conceden a las trabajadoras. Es decir, si tienes ingresos, te ayudan, si no tienes ingresos, búscate la vida.

¿Y los padres?
Se da por hecho que la que cuida al bebé, la que le alimenta, la que le viste, la que le atiende, la que le lleva al médico y le acompaña en las pruebas, la que tiene en la cabeza las citas médicas, la medicación y las dosis de comida que debe tomar el bebé es siempre la madre, la mujer. Si un miembro de la pareja debe dejar el trabajo o los estudios, la mayoría de las veces lo hará la mujer, quedando relegada a pasar las 24 horas del día encerrada en casa, con un bebé llorón que no deja de pedir atención, viendo todos los capítulos de la serie animada de moda, fregando y realizando las labores del hogar y dejando para otro momento la atención propia, el cuidado propio y hasta el amor propio. Se trata de un trabajo agotador y no remunerado, ni valorado ni reconocido, ya que después de un larguísimo día de duro trabajo, el hombre es capaz de llegar del trabajo, ver la casa echa un desastre y bramar: "¿es que no has hecho nada en todo el día?".

¿Se acuerdan de la ayuda que concedía el gobierno a toda persona que tenía un bebé?
El cheque bebé, el histórico cheque bebé que ha desaparecido de la faz de la tierra. No es país para niños cuando una botella de ron puede salir más barata que un paquete de pañales. ¿Son un producto de lujo? ¿Acaso compramos pañales por puro capricho? ¿Tienen idea de lo que puede llegar a gastar un bebé al mes en pañales? ¿Y la alimentación? Las leches de continuación, los complementos, los potitos, las compotas y los cereales tiene precios abusivos y desorbitados para algunos bolsillos. Por no hablar de que en la actualidad parece que hay una tendencia estúpida a querer alimentar a un niño con preparados de leche artificial que nada tienen que ver con la leche materna, engañando a las madres con fuertes campañas publicitarias, alegando que su leche es demasiado acuosa, que no llena al bebé, que éste se queda con hambre, que no se coge bien del pecho, que la leche de continuación lo convierte en un bebé más inteligente y un sin fin de patrañas más que lo único que persiguen es conseguir que la mamá pierda la paciencia, se sienta incapaz de alimentar a su hijo y opte por comprar un biberón y un bote de leche de continuación para alimentar a su bebé creyendo que éste se muere de hambre porque su leche no es de calidad.
Es toda una trama de manipulación y creencias erróneas que derivan en el consumo de productos carísimos que favorecen las ventas de las grandes empresas multinacionales que al final logran llenar sus bolsillos a costa de "alimentar" bebés con preparados artificiales y químicos. A veces incluso añaden productor tóxicos que abaratan los costes de producción y que dañan la salud de nuestros bebés.

En este país la situación para los padres y madres, sobre todo para las madres, no es nada positiva, no es fácil ser madre y estudiar, o ser madre y trabajar. No es fácil evitar los prejuicios y críticas por parte de la empresa, de tus compañeros de trabajo o de estudio, por parte de tus jefes o profesores, por parte de tu familia y amigos. En nuestro país los niños no son libres, es imposible que sean libres porque no les dejamos serlo, desde antes de nacer los clasificamos en niñas o niños, rosa o azul, les enseñamos qué deben ver y qué no, con qué deben jugar y con qué no, cómo se deben comportar y cómo no, en razón de su género. Eso les impide ser libres, eso les limita, les ponemos en un camino diseñado con vallas y no dejamos que descubran nada más allá de las fronteras que nosotros mismos les imponemos. Todo son reglas, no les dejamos experimentar o descubrir, les mandamos a callar si gritan o hablan mucho, si rallan algo nos enfadamos, si se ensucian nos enfadamos y cualquier cosa que hagan en un intento por romper las normas nos molesta.
Existe hoteles donde no se admiten niños, restaurantes donde no admiten niños, como en los hoteles y restaurantes que no admiten animales... En una sociedad en la que se trata a un niño como si fuera un perro hay algo que falla. Si el niño grita o llora en un lugar público nadie se para a pensar qué le pasará, simplemente pensamos que el chiquillo es un malcriado y que su madre no sabe controlarlo, y tras mirar al enano que no deja de armar escándalo, miramos a su madre recriminándole con la mirada el pésimo comportamiento de su hijo de 2 años.

En España los niños crecen sin ser valorados, y lo que es peor, sin ser comprendidos. No se muestra empatía por ellos y no se les dedica tiempo. Así es como se crean mentes retorcidas y frustradas. Así es como se crean personas egoístas, que no saben amar a los demás porque no se aman a sí mismas. Así se crea personas inseguras y con miedo a descubrir nada nuevo. Así se crea personas intolerantes incapaces de admitir y aceptar o respetar cualquier comportamiento o suceso que salga del camino que desde niño se le ha impuesto haciéndole creer que ese era el único correcto.

Los adultos deberíamos tomar conciencia, pasar un día entero con niños, con una cinta americana en nuestras bocas y con los oídos bien atentos y los ojos bien abiertos. Deberíamos aprender a sacar y liberar al niño que llevamos todos dentro, encerrado, encadenado y amordazado por las convenciones y las reglas. Volvernos niños por un día, sentirnos niños por un día, escuchar a los niños por un día, jugar con los niños por un día, observar a los niños por un día, entender a los niños por un día y para siempre.
Sólo así podremos cambiar nuestra manera de pensar que los niños deben comportarse como adultos, sólo así podremos entender que son niños y que merecen ser libres, porque la infancia es algo que se va y nunca vuelve. Sólo así aprenderemos lo bonita que es la inocencia.

Sólo así podrá cambiar nuestra sociedad y aprender a valorar, proteger y apoyar la maternidad y la paternidad.



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03 febrero 2017

Sobre Samanta Villar y su "instinto maternal"

Hace una semana, la famosa periodista que protagonizaba el programa "21 días" realizó una entrevista con el objetivo de presentar su nuevo libro "madre hay más que una" e hizo una serie de declaraciones sobre la maternidad que no dejaron indiferente a nadie. En seguida, las redes sociales se llenaron de comentarios en respuesta a sus declaraciones y hoy, yo me animo a dar mi opinión.

No voy a criticar a esta mujer ni la voy a ofender o tacharla de mala madre, porque no conozco sus circunstancias personales y porque la respeto como a cualquier otra persona. Sin embargo, no deja de sorprenderme que una mujer que ha anhelado tanto la maternidad, que ha perseguido durante años el objetivo de convertirse en mamá y que incluso ha televisado todo su embarazo como si de una trepidante aventura de interés mundial se tratara, se queje ahora de que lleva 10 meses sin dormir.

Yo me convertí en madre a los 19 años, y tuve la suerte de que mi bebé duerme bastante bien por las noches. Aunque eso no me ha librado de pasar noches en vela porque estuviera malito, de soportar patadas y golpes durante el colecho ahora que tiene 2 años y de subirme al coche de madrugada para llevarlo al materno cuando al día siguiente tengo que estar en clase a las 8 de la mañana.
Sé que no es lo mismo tener un bebé que tener dos, o tres, o cuatro y más aún cuando son gemelos, mellizos, trillizos o lo que sea. El trabajo se multiplica y todo es más complicado, por supuesto. Pero es algo que asumes cuando deseas convertirte en madre. Un bebé no es un muñeco al que le das de comer, le haces eructar, le cambias el pañal y listo, a dormir todo el día sin molestar a mamá. Un bebé coge berrinches, se pone malo, se encapricha, se enfada, llora, grita, se vomita o se siente incómodo y no siempre tiene una tierna sonrisa que brindarte.

Es cierto que eso de que el culmen de la felicidad de una mujer es la maternidad me parece excesivo y falso. Hay mujeres perfectamente felices que sienten que su vida está completa y que ni son madres, ni se lo plantean, ni quieren serlo. Esto es perfectamente aceptable, cada persona es libre de elegir qué quiere hacer con su vida, si quiere ser madre o no. Pero creo que es un error decir que una se ha tirado a la piscina de ser madre porque escuchaba historias fascinantes sobre lo maravilloso que era...
Una mujer de 41 años cuya profesión le permite desarrollar una mente crítica y tener un amplio conocimiento sobre el mundo que le rodea no puede ofrecer un argumento tan pobre. No, no te han engañado, ser madre o padre es maravilloso, porque es el mayor acto de responsabilidad y de solidaridad que puedes llevar a cabo en tu vida como persona.
Pero todo en la vida tiene su parte buena y su parte mala, su parte bonita y su parte fea. El bebé se te puede cagar a lo bestia en el último momento. Imagina que tú y tu marido llevan horas arreglándose para salir hechos unos pinceles a pasar una noche maravillosa y asistir a una obra de teatro que empieza dentro de 20 minutos y que llevan semanas esperando. Están por fin todos preparados, el niño guapísimo y perfumado y tienen el tiempo justo para llegar y aparcar antes de que empiece la obra de teatro. Sin embargo, el oportuno enano se caga entero hasta el punto de que el pañal ya no puede más y la ropa se mancha por completo con una peste vomitiva. Entonces te haces la pregunta: "¿y si meto al niño directamente en la lavadora?".
En ese momento la noche se estropea, te pones de los nervios, corres a cambiarlo, tu marido tiene prisa, carga el coche, no te ayuda, el niño no para quieto, no encuentras otra ropa igual de bonita, las toallitas se enredan, los nervios te desbordan por las prisas y te provocas con la pestilencia del pañal. Al final llegas tarde, con el pelo alborotado, sudada y de mal humor, y la noche no es tan maravillosa como imaginabas.
Esta situación se da una y otra vez en la vida de una madre y de un padre por el simple hecho de que un niño no entiende cuándo es el momento correcto y oportuno de hacer algo. No entiende qué son las prisas, no entiende que el tiempo corre contrarreloj y que ahora no es el momento de echarse la compota por encima porque papá tiene prisa y llega tarde al médico.
Un bebé o un niño es, literalmente, una bomba de imprevistos que explota en el momento más inoportuno.

Asimismo, educar a un ser humano es muy complicado, un niño desarrolla conductas muy diferentes a lo largo de su infancia y hay ocasiones en las que simplemente no sabes cómo reaccionar.
Hay un momento en la vida de todo padre y madre en el que realmente llegas a pensar que no sabes qué hacer, que la situación te sobrepasa, que eres mal padre o madre, que no sirves para eso, que no lo haces bien, que tu hijo es así por tu culpa... Todos esos pensamientos y esa inseguridad son comunes, normales y comprensibles. Pero sigues adelante, aprendiendo cada día, porque comprendes que es eres tú quien aprende de tu hijo, y no al revés.

¿El instinto maternal no existe? Eso es lo que afirma Samanta Villar. Es preocupante, ¿significa que sus mellizos pasan horas llorando solos en la cuna y nadie se levanta a atenderlos porque en casa es de noche y todos tienen sueño? ¿O significa que se caen por las escaleras o meten los dedos en los enchufes y Samanta no acude a socorrerlos? ¿O significa que esos mellizos no reciben un abrazo y un beso de buenas noches de sus padres?
¿Qué es el instinto maternal? El instinto maternal es el amor que sientes por tus hijos, la necesidad incondicional de verlos felices, de luchar por ellos, de protegerles y defenderles, de mantenerlos bien vestidos y alimentados y de hacer todo lo posible para educarlos adecuadamente aunque todo ello signifique renunciar a otras cosss. El instinto maternal no es ser una supermamá o un superpapá  y saber exactamente cómo actuar en cada situación. Cuando tienes un bebé no te dan un libro de instrucciones y el número de teléfono de asistencia para momentos de pánico. Todo lo tienes que aprender solo/a, poco a poco. Eres madre o padre primeriza/o, durante toda tu vida, tengas uno, dos, tres o siete hijos, da igual si son del mismo año o si eres madre desde hace veinte años y te crees toda una experta. Todo cambia con cada niño, empiezas siempre de cero porque cada hijo es diferente y siempre te surgen dudas.

Cambia todo, sí. Ya no duermes igual, no duermes tanto, no duermes tan bien, no comes tan bien, no sales tanto, no disfrutas tanto, tienes otras prioridades, pierdes tiempo en pareja, una ducha se convierte en un lujo a veces, ya no hay tantas salidas al cine o a la discoteca, no puedes seguir una serie de televisión, te duele la espalda de cogerlo tantas veces al día, ya no tienes las uñas y el pelo impecables, sustituyes los tacones por zapatos cómodos, y un larguísimo etcétera. Pero ganas otras cosas tal vez más maravillosas, te ríes más, no hay un día igual a otro porque un niño no entiende de rutinas y horarios y cada día es una aventura, nunca caga o duerme a la misma hora, un día está de muy buen humor y el otro se lo pasa de morros por algo ridículo. De repente aprende a decir mamá, o papá, descubre que se moja si se echa el biberón por encima. A veces llora y ríe sin motivo al mismo tiempo, aprende a jugar a dar sustos, te hace sentirte muy orgullosa por cada paso que da, cada cosa que aprende, cada avance que logra. ¿Y cuando aprende a abrazar o decir "te quiero" y te lo suelta, así, sin más? Sin que tú lo pidas o se lo digas, solo porque a él le apetece... Es mágico.

¿Pierdes calidad de vida? Pues depende de tu manera de ser, de tus ideales, de tus aspiraciones, de tu proyección de vida y de lo que entiendas por "calidad de vida". Hay personas que son egoístas por naturaleza y no soportan el hecho de no dormir, de tener que resignarse a algo, de renunciar a lo que quieren por tener que dar a los demás, de hacer cosas que beneficien o hagan felices a los demás, de dedicar tiempo al resto... Y luego hay personas que están deseando dar, que no soportan tener y no compartir, que se desviven por los demás y que sólo se sienten bien si hacen felices a todos los que le rodean porque eso es lo que les llena.

No sé qué clase de persona es Samanta, pero desde luego es una pena que piense que ha perdido calidad de vida. Sinceramente no veo el por qué. Será que es una persona insatisfecha e inconformista, porque si no, no entiendo que con un trabajo estable, una casa, una pareja estable, etc. haya conseguido eso que tanto anhelaba: ser madre. Y ahora de repente se queje sin más de que no puede dormir.
Yo no soy una madre perfecta, creo que eso no existe, y también me quejo a veces de que estoy cansada y de muchas otras cosas, porque estoy en mi derecho, como todas y todos. Perdona, pero es que no has descubierto la pólvora, miles de mujeres en el mundo han relatado su experiencia en muchas redes sociales, blogs y libros y muestran mediante fotos o testimonios lo horrible que se pasa en el posparto, el puerperio, las noches en vela, los problemas con la alimentación o el sueño en algunos niños, etc. La maternidad es todo un reto y tú lo has perseguido hasta obtenerlo. Si yo soy estudiante y decidí aceptar la inesperada llegada de mi pequeño, hacerle un hueco en mi vida, sacrificar un año de estudios y aplazarlo todo por él. No entiendo de qué te quejascuando tu situación posiblemente es diferente y mejor que la mía de cara a ser mamá.
Ser mamá es durísimo, supone mucho trabajo en poco tiempo, apenas puedes atenderte a ti misma y a veces la casa está echa un desastre, ropa sucia, pisos sucios, platos sucios, y todo se acumula y tus hijos no paran de reclamar tu atención. Te sientes desbordada y muy cansada.

Yo me levanto cada día a las 6:30 de la mañana, voy a clase, vuelvo a casa a la 1 con hambre y cansancio, hago los quehaceres del hogar, hago la tarea de la universidad, voy a buscar a mi hijo a la guardería a las 5 de la tarde y hasta las 8 no para quieto en casa, se sube por las paredes. Intento entretenerlo, jugar con él, ponerle los dibujos, pasar tiempo juntos, etc. Y a las 8 lo duchamos, le damos la cena y tengo que irme a la cama con él de inmediato porque le encanta dormir junto a mí. Por eso a veces no tengo tiempo de cenar, a veces me voy a dormir con el estómago vacío, a veces ni siquiera me puedo duchar.
Y yo feliz, hago colecho con él, me pega patadas en la espalda o las costillas, me pellizca, me muerde, me da en la nariz a medianoche y acaba con mi paciencia, me despierta si tose o tiene calor y su papá está condenado a dormir en el sillón y sufrir dolores de espalda. Me desvelo pendiente de que no se caiga de la cama y lo abrazo, lo beso con todo el amor que siento por él mientras duerme plácidamente sin enterarse de nada.
Y no descanso bien, me levanto cansada, con dolor de espalda y nuevos moratones por sus fuertes patadas. Me levanto con cuidado a las 6:30  de la mañana sin querer despertarlo porque está adorablemente dormido y me quedo boba mirando su carita, preguntándome cómo puede crecer tan rápido y entonces entiendo que aunque he sacrificado mucho, todo vale la pena, por él. Porque yo le di la vida, yo lo vi nacer, yo lo cuido cada día y él me ha enseñado a amar como jamás pensé que sería capaz porque nos ha convertido a mí y a su papá en una familia.

Así que espero que tu visión sobre la maternidad pueda cambiar, que te relajes y te lo tomes todo con más calma. Que disfrutes y pidas ayuda si lo necesitas. Que en tu alrededor te ayuden más. Respira hondo Samanta, ahora eres mamá y no, nada será igual. Pero tienes dos mellizos que te han convertido a ti y a su papá en una familia completa. Así que respira hondo, cierra los ojos y sólo piensa que ellos serán todo lo feliz que tú les permitas ser. Espero que tus mellizos no sientan rechazo ni desapego por tu falta de instinto maternal y que puedas cambiar esa actitud para hacerles crecer felices en plenitud. Un beso de parte de una mamá joven y feliz. Ánimo.



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